Portada  |  10 agosto 2018

#LosInvencibles "Aquaman": vivir las olas

Pablo Martínez es marplatense, tiene 28 años y es ciego desde los 5. Le faltan tres materias para recibirse de kinesiólogo. En diciembre participará por tercer año consecutivo del Mundial de Surf Adaptado, que se disputará en La Jolla, California. Conocé la historia del invencible del mar.

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Por Gabriela Cerioli

“Mi ceguera es adquirida, a los 5 años sufrí una neuritis óptica, una afección en el nervio óptico que hizo que un día dejara de funcionar. No se sabe por qué”, explica Pablo Martínez a Telefe Noticias.

Esos primeros cinco años a Pablo le alcanzaron para formarse ciertas imágenes imborrables hasta hoy. “Era muy observador de la gente, de los gestos, las expresiones de la cara, cómo caminaban, la sonrisa de mi mamá y de mi papá, de mis hermanos”, recuerda.

Confiesa que en ese momento no entendió lo que le sucedía. Lo resume así: “Lo padecí. Aceptar la discapacidad fue un proceso propio y de mi familia. Por momentos me enojaba, pero el enojo pasa, se va”.

Tocáme

Hoy Pablo se ubica en el espacio con mucha facilidad, tenga o no el bastón blanco a mano.

Sin embargo, muchas veces en el día requiere de ayuda para cruzar una calle, por ejemplo. ¿Quién lo lleva? “Siempre me acompaña la incertidumbre”, se ríe.

Y transmite situaciones de su cotidianeidad. “Escucho que me dicen ‘¿Te puedo tocar?’. Me lo dicen con miedo, como si (los ciegos) fuéramos frágiles”, señala.

“Hay otros que se creen que solo no podés, que sin ellos no podés. Son los que me preguntan: ‘¿Te puedo abandonar en esta esquina?’. Pero claro, me abandona una persona por esquina. Ya estoy acostumbrado”, comenta apelando al humor.

Pablo y el mar

¿Cómo se le ocurrió hacer surf? “El deseo de escapar a lo tradicional era algo que a mí me generaba inquietud. Me incomodaba tener que recurrir a hacer un deporte tradicional”, confiesa. Y enseguida aclara que para él el surf es un deporte en el que encuentra un alto grado terapéutico. “En el mar trabajamos muchas emociones. Contrarrestamos la ansiedad. No podés hacer lo que querés en cualquier momento. Uno tiene que intervenir allí cuando la corriente del mar lo exige”, sentencia.

Recuerda la primera vez que entró al mar con una tabla. Es un sentimiento tan único que le cuesta explicarlo con palabras. Se emociona.

Pablo conoció a Fernando "El Chiri" Elichiribehety, su entrenador, en 2016. “Después de unos meses de práctica y de buscar cómo entrenar, porque no había un protocolo, un plan para entrenar con una persona ciega en la Argentina, descubrimos que había un Mundial de Surf Adaptado y que los ciegos estábamos incluidos. Entonces pasamos a considerarlo como una  disciplina competitiva”, subraya.

Después del desayuno, Pablo entrena. “Los días que no me meto en el mar, entreno en el skate y corro”, detalla.

Para Pablo el surf es un camino de superación que le marcó un nuevo estilo de vida: siente que en el mar puede trabajar las emociones, que se puede superar. “Tengo la sensación de no tener límites ni barreras, de moverme sin chocar. Desde que comencé con el surf, logro ubicarme y moverme mucho mejor fuera del agua", dice.

Los días que se mete, “festejamos, hay mucho grito. Dentro del mar abandonamos toda coherencia. Se puede decir que es una manera de combatir el frío”, señala. Es su manera de tomar coraje. Es que en época invernal, la temperatura del agua en Mar del Plata ronda los 10°C.

El Mundial, su meta

En noviembre de 2017 Pablo participó por segundo año consecutivo del Mundial de Surf Adaptado, al que volverá -colecta y rifas mediante- este año. La competencia internacional, en la que participan 26 países, tendrá lugar del 12 al 16 de diciembre en La Jolla, en la costa californiana.

Sueña con que la Argentina tenga una selección de surf adaptado. “Desde otras discapacidades también se han acercado al surf. Son chicos con sillas de ruedas, con lesiones  medulares. De a poco la iremos conformando, necesitamos capacitarnos más y que haya más gente entrenando”, agrega.

Telefe Noticias considera que Pablo es un invencible. Sin embargo, él dice: “No me siento un invencible. Siento que hay cosas que no puedo hacer solo. Por eso estoy agradecido por estar rodeado de muy buena gente”, reconoce. Y se define con una frase del filósofo y escritor francés Jean-Paul Sartre: “Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros. Mis viejos tienen una gran parte de lo que soy en la vida”.

Nuestro invencible también sueña con recibirse –le faltan solo tres materias para terminar la licenciatura en kinesiología-, poder vivir solo y disfrutar de su hija Giuliana, de 4 años.

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