Portada  |  22 septiembre 2020

Mansión narco: ¿cómo es por dentro la casa del traficante de cocaína más grande del país?

Vista desde el cielo, la avenida Melián, en el barrio de Belgrano R, está oculta. Una arboleda no permite ver los frentes de las casas, la calle de empedrado, los autos de lujo. Allí vivió Carlos Alberto Salvatore, abogado, condenado a 21 años de prisión tras ser descubierto como el cerebro de “Carbón blanco”, la operación a través de la que se enviaron más de 10 mil kilos de cocaína de Chaco a España entre 2005 y 2012, justamente en bolsas de carbón.

Investigaciones

El frente de la casa de Melián al 2100 aparenta sólo dos pisos y está muy lejos de ser de las más imponentes de la cuadra, pero esconde cinco niveles en los que aún no se borran los rastros de una vida cara: once baños, cochera para cinco autos, jacuzzi, hidromasaje, pileta. Son apenas algunas de las características de la mansión que desde el 25 de agosto está en poder de la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE), tras decomisarla por ser un bien obtenido con dinero producto del narcotráfico.

Por primera vez un medio logró ingresar a la que durante los últimos 15 años fue la casa de la familia de Carlos Alberto Salvatore, el hombre detrás de “Carbón blanco”, una maniobra criminal por la que entre el año 2005 y el 2012 la justicia pudo comprobar que se exportaron más de 10 mil kilos de cocaína desde la localidad chaqueña de Quitilipí, primero a Bilbao, en España, y luego a Lisboa, en Portugal. Es el mayor cargamento traficado de la historia argentina.

Dos causas involucraron a Salvatore y en ambas tuvo participación el fiscal general de Chaco, Federico Carniel. Al comenzar a indagar en 2012 a Salvatore por narcotráfico y advertir la cantidad de dinero que movía su organización, llegó a la conclusión de que detrás de esas operaciones tenía que esconderse una aceitada maquinaria para lavar el dinero. De esta forma en 2014 comenzó una segunda investigación por “lavado de activos”, en las que entre otros, quedaron involucrados la esposa del abogado, Silvia Susana Vallés Paradiso, su suegro, Santiago Vallés Ferrer y su hija mayor, Carla Salvatore.

Salvatore, tras varios meses prófugo, cayó finalmente en diciembre de 2012 en la ciudad de Rosario. Anteponiendo su salud logró ganar algo de tiempo e inclusive una prisión domiciliaria. Mientras la cumplía se registró uno de los hechos más recordados que le tocaron protagonizar. Una escucha telefónica con su mujer, en el momento en que quedó involucrada a la causa por lavado, lo exponía amenazando a la jueza original del caso, Zunilda Niremperger:

-Deciles que yo me voy a ocupar de la defensa de todos. Que no se preocupen, esto es mi responsabilidad, yo los voy a sacar. Después la mato a ella, pero primero los saco a ustedes…

-Bueno, tenemos todos los teléfonos pinchados, así que por las dudas…

-No me importa, yo pago este homicidio, lo pago este homicidio; pero ella se muere.

-Bueno, listo, te amo.

-Yo también te amo.

En febrero de 2015 Salvatore ingresó al penal de Ezeiza, desde donde en septiembre de ese mismo año escuchó a través de una videollamada su condena: 21 años de prisión. Cumpliría poco de esa pena porque el abogado narco moriría el 9 de mayo de 2018 en el Hospital Argerich. Su esposa, Vallés Paradiso fue sentenciada a siete años de prisión, al igual que su suegro, Vallés Ferrer. Su hija Carla, por último, logró la absolución pero una apelación del fiscal Carniel, hace que aún hoy siga en la mira de la justicia.

En la casa de calle Melián, en tanto, las pistas de la historia de Salvatore quedan desparramadas en el piso, distribuidas en las habitaciones. Así seguirán hasta que se defina la fecha de la subasta que tendrá como base la suma de dos millones de dólares. Allí permanecen inmóviles, en medio de escombros, libros y películas, una caja fuerte, precintos de vinos caros, un estuche de la exclusiva casa de joyas Tiffany una caja de música que aún funciona y el título de abogado de Salvatore, de tiempos en que uno de los criminales más importantes de la historia reciente en el país, quizás, aún creyera en la justicia.

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