Portada  |  01 enero 0001

El horror en primera persona: las historias de los que se escaparon de la muerte en México

Juan José y su hija Lissett lograron salir a tiempo de su edificio que se desplomó en segundos. Son sobrevivientes de una tragedia que enlutó al país azteca y al mundo. Crónica de Anabella Messina, enviada especial.

Informes Especiales

Por Anabella Messina @animessina

Como en una película de acción en la que un edificio se desmorona y la gente se salva de milagro, pero en la vida real. Así fue como se escapó Juan José Arias de su departamento del tercer piso del Multifamiliar de Tlalpan, en colonia Centinela, Coyoacán. Ni bien escuchó las sirenas sísmicas, tomó fuerte del brazo a su hija Lissett de 19 años y corrió sorteando una cascada de escombros y vidrios que caían sobre su cuerpo. Cuando llegaron al primer piso, se hizo un agujero en la pared y desde allí los dos saltaron hasta el pasillo que comunicaba ese edificio con los otros del complejo.

Ni bien lograron salir, los cuatro pisos se desplomaron sobre la planta baja donde funcionaba un centro cultural. Quedaron tirados con golpes y cortes en todo el cuerpo. Luego de ello una ambulancia los trasladó hasta el Hospital Regional Adolfo López Mateos. Fueron los primeros en llegar. Después, se sumaron otros 172 pacientes.

Juan José es uno de los sobrevivientes del Multifamiliar Tlalpan. Y eso no es poca cosa. Con las heridas intactas, las físicas y las del alma, cuenta con lujo de detalles cómo se escapó de la muerte. Sin embargo, su hija no recuerda nada. La chica que tiene un ojo inyectado en sangre y la cabeza toda golpeada dice que no sabe cómo salió del edificio y lo repite todas las veces que puede. Para los médicos, ese olvido es la manera que encontró para protegerse del espanto.

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Fernando de 58, se acuerda tanto del horror que no encuentra la manera de sobreponerse a la pesadilla del temblor. Desde hace días que no puede dormir por el miedo que le da la posibilidad de que la tierra vuelva a moverse. Es que la poderosa fuerza del terremoto lo atrapó como una mano musculosa y lo arrojó contra una pared de su living. Allí, quedó tirado en el piso con fractura de fémur y de cadera. Uno de sus hijos y su mujer lo ayudaron a bajar las escaleras del edificio. Ya operado dice que no le desea a nadie tanto horror y que no sabe cómo se va a recuperar de este trauma.

Otros 30 vecinos de Juan José y Fernando, con los que se saludaban a la mañana cuando salían a trabajar o se cruzaban el sábado mientras paseaban al perro quedaron atrapados por la Parca que estaba como en un festín ese 19 de septiembre en Ciudad de México. Fátima de 50 años, maestra de inglés, quedó sepultada en el sector de las escaleras cuando intentaba escapar del colapso y Micaela de 16, también.

A una semana del segundo terremoto más fuerte que sufrió la capital azteca, la pelea por la vida no cesa. Tampoco se detiene la lucha de los que perdieron todo: sus casas, sus fotos, sus documentos, sus historias. Todo quedó entre cuatro paredes que se vinieron abajo. Ellos están a la deriva, en la calle, en las plazas, con lo poco que pudieron recatar.

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Daniel Garcilazo es argentino y hace cuatro años se la rebusca en los combates de la lucha libre mexicana. Su edificio que está pegado a otra construcción que se derrumbó y por eso su casa como la del resto de sus vecinos está en peligro. Por eso montan guardia para evitar los saqueos y para que el gobierno les dé una mano para rearmar sus vidas. Mientras tanto duermen en carpas y realizan asambleas y reuniones. 

Una semana después del devastador terremoto, el superpoblado D.F intenta volver a su ritmo habitual, pero con el miedo a que las réplicas sean más agresivas. “Ponerse de pie” es la consigna que mueve hoy a los mexicanos. Y aunque todavía parece difícil, ellos saben que no es imposible.

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