Portada  |  26 febrero 2020

¿Por qué molesta tanto el lenguaje inclusivo?

Con la incorporación de la “e” se busca poner en cuestionamiento las normas gramaticales de la lengua. Para algunos, es parte de un proceso que puede instalarse en el tiempo. Para otros, no es más que la expresión de una disputa política del momento. Pero, ¿Por qué molesta tanto?

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Todos, todas y todes. La marea feminista y la búsqueda por la igualdad llegó para cuestionar hasta el lenguaje. Primero fue con el “@” o con la “x”, pero se terminó de instalar con la “e” por la posibilidad de su pronunciación. Surgió entre los jóvenes que entendieron que tal como estaban hechas las normas gramaticales había gran parte de la población que no estaba siendo representada. La idea de escaparse del binarismo del todos y todas o del masculino como un genérico, hace ruido y molesta. ¿Por qué?

“El lenguaje inclusivo tiene dos componentes: por una parte, un componente que llamaríamos de ideología lingüística. Es decir, del sentido, del significado que la lengua y la norma lingüística tendría para las personas” explica el lingüista y becario del Conicet, Juan Eduardo Bonnin, y agrega: “Por otra parte, hay otro componente que tiene que ver con las ideas acerca del género social. Es decir las personas que dicen: “No, mirá yo no acepto que alguien no pueda identificarse como varón o como mujer”. 

En ese sentido, Santiago Kalinowski, también lingüista y lexicógrafo sostiene que la molestia y la resistencia que presenta su uso, “tiene que ver con que el lenguaje inclusivo es un pronunciamiento político que busca poner en riesgo un orden social patriarcal”.

Sin embargo, para algunos esa molestia está basada principalmente en que entienden que el uso de la “e” no es más que una moda pasajera. “Consideran que el idioma es machista y ellos con un género neutro que inventan quieren curarlo, quieren hacerlo adaptado a nuestra época”, asegura el escritor y crítico cultural, Daniel Molina. “Las palabras tienen género gramatical pero no tiene nada que ver con el sexo. El libro, el árbol, el armario son masculino y ninguno tiene pene”, agrega.

EMPEZAR A SER VISIBLES

Pero el objetivo no es solamente cuestionar al masculino genérico sino además escaparse del binarismo del “ellos” y “ellas”, empezar a nombrar con un neutro a aquellas personas que no se sienten identificadas con el género femenino ni masculino.

Yo no tenía otras palabras para nombrarme. No sentirse representade en el lenguaje es violencia. Justamente sentir que no sos. Que no tenés derecho a ser”, expresa Julia Amore, actriz y trabajadora del INADI en el área de Diversidad Sexual.

A Sasa le pasó algo similar con la forma de nombrarse. “Durante mucho tiempo yo no tuve la posibilidad porque no sabía que poder decirme a mí que era una persona no binaria. Es decir, que se escapa de ser absolutamente masculino o absolutamente femenina”, dice Sasa Testa, becarie del Conicet y activista no binarie.

NI IMPOSICIÓN, NI PROHIBICIÓN

Si bien ya varias universidades nacionales y hasta diferentes ámbitos del Estado comenzaron a habilitar su uso, no existe una imposición ni una prohibición al utilizarlo. Se trata, simplemente, de una posibilidad más. “Lo interesante es que el lenguaje inclusivo o quienes lo militan no son puristas, no están proponiendo la “e”, obligatoria y eso es una gran virtud. Porque no se trata de reemplazar un purismo conservador por un purismo progresista”, explica Bonnini

En ese sentido, es interesante lo que agrega Kalinowski sobre las personas que no eligen usarlo, pero no por eso, son personas que estén en contra de la inclusión. “Que una persona que usa el masculino genérico está usando la gramática de su lengua. No se convierte por eso es una persona machista”.



¿VAMOS A TERMINAR TODES HABLANDO EN INCLUSIVO?

Sin duda ese es el principal miedo de sus detractores, pero en realidad los especialistas sostienen que no hay ningún indicio que haga pensar que el lenguaje, tal como lo conocemos, vaya a cambiar. Al menos, por ahora.

“La norma lingüística, las formas de hablar, lo que consideramos que está bien dicho también cambian y también están en movimiento. ¿Cuál va a ser esa combinación en el futuro? No lo sabemos”, explica el lingüista Juan Eduardo Bonnin.

“A mí me parece altamente improbable que eso llegue a codificarse como gramática y eso no tiene absolutamente nada de malo. Porque no es subjetivo. Su objetivo es que el hombre y la mujer cobren los mismo por igual trabajo. Que la mujer pueda caminar por la calle sin recibir acoso. Que no haya más asesinato de mujeres”, agrega Santiago Kalinowski.

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