Cullen Potter nació cuando sólo tenía 22 semanas de gestación. Pesó 394 gramos y a su familia se le informó que existía un 2% de probabilidad de que sobreviviera, mientras que si lo hacía, podía tener secuelas permanentes o una discapacidad severa.
Sin embargo, a pesar del negativo diagnóstico, sus padres decidieron trasladarlo a un centro especializado, donde pasó 160 días en la Unidad de Cuidados Intensivos y gracias al trabajo conjunto de los especialistas, sus padres y también su hermano mayor, llegó a los dos kilos y medio, sin tener ninguna de las secuelas que los médicos habían predecido.
Por el gran logro que significó su recuperación, el personal de la UCI que estuvo con él, decidió grabar una ceremonia de "graduación", luego de que Cullen fuese trasladado a otra ala del hospital.
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