POR AUGUSTO TELIAS
"El 1° de junio de 2001 yo volvía a mi casa de Quilmes. En las inmediaciones de la parada del colectivo se había producido un robo a un negocio, un robo común. En el momento en que bajé del colectivo el agente de la Bonaerense José Ignacio Salmo me disparó por la espalda", relata Carla Lacorte al rememorar el día que su vida cambió para siempre.
“La bala pasó a medio centímetro de mi corazón, con lo cual estuvo muy cerca de matarme. En su descargo, el policía José Salmo alegó que le estaba disparando a alguien que hacía de campana en el asalto, lo cual es una absoluta mentira. Pero lo más grave es que justificó el hecho de disparar por la espalda a una persona porque entendía que esa persona estaba implicada en el asalto", recordó la joven, a 17 años de la tragedia que la dejó en una silla de ruedas de por vida.
Carla se dio cuenta enseguida de que no volvería a caminar. Desde el piso, malherida, se aferro a sus libros, ya que otros policías se los querían sacar, ella cree, cuando se dieron cuenta que no era una asaltante, sino una estudiante.
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La joven perdió la cuenta de la cantidad de operaciones que tuvo que soportar en su cuerpo. Tuvo que adaptar su casa y llenarla de rampas y aberturas del tamaño adecuado para trasladarse con su silla de ruedas. Y también se mueve en un auto adaptado a su permanente discapacidad.
Pero ella no se rinde. Desde joven milita en agrupaciones de izquierda y defensoras de los derechos humanos. Ella misma encabezaba las marchas frente a los Tribunales de Quilmes para exigir un justo castigo al policía que le causo un daño irreparable.
En 2014, el policía Jose Salmo fue condenado a 7 años de prisión por lesiones graves, y no por tentativa de homicidio, como ella y los suyos reclamaban. Este año, el efectivo recupero su libertad.
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