Portada  |  12 abril 2019

Los detalles de cómo vivía Julian Assange en la embajada de Ecuador: sin bañarse y con excremento en las paredes

"Hemos quitado el asilo a este malcriado”, dijo el jueves presidente de Ecuador, Lenín Moreno

Internacionales

El dramático final del asilo de Julian Assange despertó la curiosidad sobre los siete años que pasó en el interior de la embajada de Ecuador en Londres, marcados por sus paseos nocturnos en patineta, el acoso físico a sus cuidadores y hasta la exhibición de sus propio excremento sobre las paredes de la misión diplomática.

"Hemos quitado el asilo a este malcriado”, dijo el jueves presidente de Ecuador, Lenín Moreno, visiblemente nervioso, en un implacable discurso en el que explicó su decisión de retirar la protección a Assange y entregarlo a la policía británica. “De ahora en adelante tendremos mucho cuidado de dar asilo en el momento que sea, a darlo a gente que realmente valga la pena, y no a miserables hackers cuya única intención es desestabilizar gobiernos”, dijo el presidente ecuatoriano.

Sin embargo la pequeña legación diplomática, donde se transformó una pequeña oficina en habitación, pasó a ser su dirección permanente y muchos la compararon con una prisión de facto.

A medida que se alargaba su asilo, la relación con sus anfitriones se complicó y su comportamiento se volvió más errático. El personal diplomático se quejó de que patinaba por la noche, ponía música muy alta y se paseaba en ropa interior sin preocuparse por los demás en la pequeña misión.

Un alto cargo ecuatoriano describió su habituación como un “territorio soberano dentro de un territorio soberano” al que ningún trabajador del número 3 de Hans Crescent podía entrar. Pero el hedor tras pasar semanas sin ducharse y un problema dental derivado de la mala higiene eran molestias constantes, según el funcionario, que habló bajo condición de anonimato porque no estaba autorizado a comentar los detalles del comportamiento del australiano.

Entonces surgió el problema del excremento, que según las autoridades Assange esparció por las paredes de la embajada en al menos una ocasión en un desafío frontal que mostró su poca preocupación por sus anfitriones.

Más recientemente, a medida que la disputa era cada vez más pública, comenzó a acosar física y verbalmente a sus cuidadores, acusándolos de ser espías de Estados Unidos que buscaban intercambiar información sobre WikiLeaks para conseguir un alivio de la deuda de Ecuador.

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