Portada  |  05 abril 2019

La enfermera que adoptó a una bebé que pasó cinco meses abandonada en un hospital

Al saber su historia Liz lo tuvo claro. “Voy a criar a esta pequeña. Voy a ser su madre”. Ella sabía bien lo que era perder a su madre. La suya murió de cáncer de hígado cuando ella tenía solo 19 años.

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Gisele nació prematura y pesó poco más de 900 gramos. Su madre, drogadicta, la provocó un síndrome de abstinencia neonatal. Nadie fue a visitarla hasta que Liz se la encontró en un ascensor. Ese encuentro les cambió la vida a ambas.

Hace dos años, Liz Smith, jefa de enfermería en el hospital Franciscan Children en Brighton, Massachusetts, se dirigía hacia el ascensor en el trabajo cuando la vio: una niña pequeña de ojos azul brillante y con un rizo sobre su frente. Desde el primer momento le pareció un ángel. Le dijeron que se llamaba Gisele. Pero aún no supo toda la historia de la pequeña. La cuenta el Washington Post, y nos reconcilia de alguna manera con el ser humano. La pequeña había nacido de forma prematura.

Liz supo que Gisele, que entonces tenía 8 meses, había nacido prematura en otro hospital. Nació pesando poco más de 900 gramos. Su madre, consumidora de heroína, cocaína y metadona durante el embarazo había provocado que la pequeña tuviera el síndrome de abstinencia neonatal.

El estado de Massachusetts tomó la custodia de Gisele cuando tenía 3 meses de edad y la transfirió a Franciscan Children porque sus pulmones necesitaban atención especializada, y allí tenían un tubo de alimentación. El bebé no tuvo un solo visitante en sus cinco meses en el hospital.

Al saber su historia Liz lo tuvo claro. “Voy a criar a esta pequeña. Voy a ser su madre”. Ella sabía bien lo que era perder a su madre. La suya murió de cáncer de hígado cuando ella tenía solo 19 años.

Durante décadas, Liz, ahora de 45 años, siempre pensó que se casaría y formaría una familia como lo había hecho su madre. Después de que sus padres se divorciaron cuando ella tenía 9 años, su madre hizo un gran esfuerzo para mantener la casa alegre. Sus hermanos formaron sus familias, pero ella no. Smith, eso sí, era la “mejor tía del mundo” para sus 13 sobrinas y sobrinos, pero algo le faltaba en su interior.

“Desde el momento en que la conocí, había algo detrás de sus llamativos ojos azules que captaban mi atención. Sentí que necesitaba amar a esta niña y mantenerla a salvo”, confiesa Liz, que logró todos los permisos para conseguir la custodia de la pequeña.

Aunque Gisele, que ahora tiene 2 años, todavía necesita usar un tubo de alimentación suplementario, la pequeña ya come queso, aguacates y pizza. Es activa, cariñosa e incluso canta.

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