Este martes, La Paz cumplió una semana paralizada por vigilias, bloqueos de calles y el cierre de oficinas públicas y comercios.
Durante la madrugada, grupos violentos ligados al partido izquierdista del ex mandatario boliviano, saquearon y quemaron comisarías. Esto fue realizado en represalia a los efectivos policiales que se amotinaron el viernes para no reprimir a los manifestantes opositores que exigían la renuncia de Evo Morales.
Los ciudadanos bolivianos se organizan en rondas y bloquean el ingreso a sus calles con todo tipo de objetos, como sillas, ruedas y contenedores de basura, ante el miedo de un incremento de la violencia.
Mientras tanto, vecinos del sur trataron de llegar hasta el centro, pero no pudieron porque grupos campesinos mantienen bloqueadas las rutas de ingreso a la ciudad.
La Paz está paralizada desde el miércoles pasado, en coincidencia con la llegada del líder opositor Luis Fernando Camacho desde Santa Cruz.
En esta ciudad boliviana, comenzaron los paros al día siguiente de la cuestionada reelección de Morales el 20 de octubre, antes de extenderse al resto del país.
Luego de que la policía local se notificara colapsada por la situación, los militares salieron a las calles en la noche del lunes, algo que brindó cierta tranquilidad pero no hizo desaparecer el miedo.
Durante el mediodía se hicieron visibles dos aviones de combate que realizaron un sobrevuelo en la zona a muy baja altura.
Después de la renuncia del gobernante aymara, demandada por la fuerza policial y los militares, la Senadora opositora Jeanine Añez, segunda vicepresidenta de la cámara alta, asumió la presidencia de Bolivia.
Tras conocerse el anuncio, los manifestantes arremetieron contra las fuerzas policiales exigiendo la renuncia de la nueva presidente.
Por su parte, Morales llegó al mediodía a México, que le concedió asilo.
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