Portada  |  23 julio 2019

"Yo soy el profesor del crimen": otra confesión con Mauro Szeta

Empezó a robar a los 12 y nunca paró. Le robó a Los Monos, de Rosario, y dice que su cabeza tiene precio desde 2012.

Informes Especiales

ALFREDO RUBEN ARIEL ORTEGA MANSILLA (46 años). Condenado a siete años por robo calificado y tenencia de arma de guerra. Está detenido desde 2014.

Nació en San Martín, en Villa Libertad. El padre era arquitecto y la madre ama de casa. Tiene seis hermanos, él fue el segundo. El hermano más chico también delinquió.

Hizo el primario y luego dejó la escuela. A los 12 años empezó robar. “La primera vez que robé fue en el colegio, le robamos la plata del sueldo a la maestra. Ahí me echaron del colegio, pero la plata ya me la había gastado. Mi viejo me quería matar, yo salí una basura”, cuenta.

Después de ese primer robo, no volvió a robar por dos años. Pero a los 14 años regresó con todo. “Me acuerdo que me pasó a buscar un amigo y nos fuimos a bailar a San Martín, habíamos ido en moto y como estábamos borrachos yo no quería volver en la moto, así me robé un auto; lo tuve como tres días”, recuerda.

Para esa edad ya había empezado a tomar cocaína y dice que no le importaba nada. “De ahí en adelante empecé a juntarme con chorros porque yo era muy buen chofer y me empezaron a llevar a todos lados. Me acuerdo que el primer choreo con ellos fue una financiera en Martínez, nos llevamos un millón de pesos”, dice riendo.

Ese mismo día dejó de ser chofer y empezó también a bajarse a lo que en la jerga se denomina “ajustar”. “Me salió de adentro, nadie lo podía entender”, recuerda. Comenzaron a robar objetivos grandes, era uno por mes.

“Yo trataba de disfrutar la plata, lo tomé como un trabajo y trataba de pasar desapercibido”, recuerda. “Me tiroteé muchas veces, tengo cuatro impactos de bala en el cuerpo. En uno de los tiroteos maté un poli de la bonaerense, nunca lo pagué”, dice sin remordimientos.

“Esto es fácil, la poli cuando te ve salir te dispara sin darte el alto, yo prefería estar un paso adelante y cagarlos a tiros”, cuenta exultante. Estuvo detenido en instituto de menores y luego desde los 22 años en cárcel de adultos. Tiene más de cinco causas anteriores por robos. Es un preso muy conocido en los penales, en la unidad 24 de Florencio Varela mató a un compañero de pabellón y en la Unidad 35 de Magdalena tomó un pabellón durante un día.

El robo más grande que realizó fueron 2800000 euros y el objetivo no fue cualquiera: le robaron a Los Monos en Rosario. “Eran cuatro mochilas enormes de guita, yo de eso me quedé de astilla 700 mil euros; para hacer el robo estuvimos seis meses de logística, era la cocina más grande que tenían los Cantero, Los Monos, después salió en las noticias cuando desbarataron el bunker, era ese que tenía el túnel. Fue bastante más fácil de lo que creíamos, entramos con los fierros y nos llevamos la falopa y la plata; mi cabeza tiene precio desde 2012”, cuenta riendo.

“A uno de sus compañeros en ese robo lo agarraron, le despellejaron la cara y las huellas digitales y lo dejaron atado a un árbol ya muerto en Florencio Varela. Yo a la muerte la respeto mucho, llega cuando tiene que llegar, no le tengo miedo a nada”, dice sin demostrar temor.

En 2012 chocó con su moto contra un camión y casi se muere. Desde ese día tiene una lesión en la médula que le desencadenó una anemia crónica, además anda en muletas. Por ese motivo vive en Sanidad. Dice que es inocente de la causa por la que está detenido, que se lo quisieron sacar del medio. “Mi mejor amigo es el custodio de Mameluco Villalba, imagínate adónde llegaba yo”, dice.

“La verdad no estoy arrepentido, porque ser delincuente me mostró otra parte de la vida, aunque si salgo no creo que vuelva a robar”, asegura. Tiene dos hijas que no lo van a visitar al penal

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