Portada  |  02 enero 2019

"Yo, el de la doble vida": una nueva confesión en primera persona

Estuvo detenido en un instituto de menores, se escapó, volvió a delinquir y desde hace un año, cumple condena. Informe de Mauro Szeta.

Informes Especiales

Claudio Velázquez Galeano tiene 20 años y fue condenado por robo agravado y uso arma de fuego. Lo condenaron a cuatro años y está detenido hace uno en la Unidad 45 de Melchor Romero.

Se crió en Villa dominico, junto a su madre y su padrastro. Fue al colegio hasta segundo año, pero empezó a drogarse y abandonó sus estudios. En paralelo comenzó a trabajar durante el día en un local de venta y arreglo de celulares, aunque a la noche salía a robar.

A los 15 años cayó detenido en un instituto de menores. Recuerda que el encargado del lugar le preguntó si quería quedarse o irse y él le respondió que prefería irse. Entonces, el funcionario le dijo que esperara que se fuera la policía y que saltara el muro.

La primera arma que tuvo fue un calibre 22 pero llegó a tener todo un compraba en una villa de Quilmes. Salía a robar todos los días, la única vez que lastimó a una víctima fue porque intentó resistirse: le metió un tiro en la pierna.

Su máximo botín fueron 500 mil pesos que robaron en un asalto. Con el dinero se fueron de “gira” durante una semana y gastaron cerca de 200mil pesos en drogas, baile y mujeres.

"Cuando estábamos de gira buscábamos bronca, una vez me metí en la Villa Itatí para darle masa a un paraguayo", dice con la mirada firme.

También fue motochorro y dice que lo hacía al voleo. El día que cayó detenido tomaban una cerveza con unos amigos y una chica. Fueron a robar a La Boca, hicieron una entradera y cuando volvían los empezó a perseguir la policía.

Comenzó un tiroteo y uno de esos balazos hizo estallar la goma del auto que manejaba y se estrelló contra la banquina a la altura de Puente Avellaneda.

Todavía recuerda los golpes que le dieron los policías. "Antes de que nos detuvieran íbamos siempre a robar a La Boca o Núñez, porque se sabe que es zona liberada", recuerda.
En el penal asiste al servicio en el mantenimiento de las computadoras, está por empezar a dar un curso a los otros internos de armado de pc. Tiene dos hijos y dice estar arrepentido porque por estar preso se perdió verlos crecer.

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