Portada  |  20 noviembre 2018

Pasa de noche: el vuelo de los inmigrantes venezolanos

La cámara de Pasa de Noche fue testigo de este fenómeno que ocurre a las 4 de la madrugada, cuando el avión de la empresa Estelar aterriza con 300 venezolanos a bordo.

Informes Especiales

Los aeropuertos son lugares fríos e impersonales. Pero una vez por semana en el de Ezeiza se produce un estallido de emociones. Es cuando arriba el único vuelo directo desde Caracas y cientos de venezolanos radicados en nuestro país hacen realidad el sueño que los persigue desde el día en que abandonaron su tierra: reencontrarse con sus seres queridos.

La cámara de Pasa de Noche fue testigo de este fenómeno que ocurre a las 4 de la madrugada, cuando el avión de la empresa Estelar aterriza con 300 venezolanos a bordo.
Escapando de la crisis económica, muchos vienen en busca de un futuro mejor. Pero también de algo que para ellos no tiene precio: abrazarse con familiares y amigos que hace meses o, incluso años, que no ven.

Todo se da en el marco de una ola inmigratoria de venezolanos que no tiene precedentes. Representan a uno de cada cuatro extranjeros que se radica en el país. Y sólo en los primeros 6 meses de 2018 llegaron 25 mil, con lo cual alcanzaron el primer lugar del ranking, desplazando a bolivianos y paraguayos.

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Uno de ellos fue Eisrrael, quien hace semanas que casi no duerme. Está estresado y ansioso. Pero también feliz. Después de 11 meses se va a reencontrar con su esposa y sus dos hijos.

Llegó a Buenos Aires después de un viaje de diez días por tierra atravesando cuatro países, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. Trabajó de lo que pudo y, con sus ahorros y un préstamo de su patrón, pagó los 950 dólares que vale cada pasaje de avión para que su familia llegue a Buenos Aires.

“La verdad que estoy muy emocionado –cuenta Eisrrael-. No veo la hora de abrazar a mi mujer y a mis hijos, con quienes no pude compartir ni siquiera sus últimos cumpleaños”, se lamenta.

Y la hora llega. Y también llegan los besos, los abrazos y las emociones que dejan sin aliento. Llegan para él y para los otros cientos de venezolanos que se agolpan en el hall principal del aeropuerto a la espera de ver aparecer por la puerta de arribos a sus seres queridos.

Tendrán que seguir peleando contra la herida del destierro. Pero ganaron una batalla. Tal vez la más importante: volver a reunirse con su familia.

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