Portada  |  03 julio 2018

"Pasa de noche": el drama de las mujeres que viven en la calle

Sufren todo tipo de carencias y además están expuestas a episodios de violencia y abuso sexual.

Informes Especiales

Hay muchas causas por las que una persona termina viviendo en la calle. Pero la consecuencia siempre es la misma: la devastación. Más si se trata de mujeres. No sólo pasan frío, hambre y todo tipo de carencias. También están expuestas a episodios de violencia y abusos sexuales, según contaron a la cámara de Pasa de Noche.

Cifras oficiales indican que en la Ciudad de Buenos Aires viven más de 1000 personas en situación de calle – otros relevamientos realizados por diferentes ONG elevan el número a más de 5000-, de las cuales un 30 por ciento son mujeres.

Para ellas todo es más difícil y riesgoso. Sobre todo, por las noches. Daiana, de 23 años, puede dar fe de eso. “Es muy común que los hombres traten de abusar de vos o que te ofrezcan dinero a cambio de sexo pensando en la necesidad económica que tenés”, cuenta.

Por eso se juntó con otras dos mujeres que, al igual que ella, tienen hijos y viven en la calle. Las tres armaron una “ranchada” y se sienten más seguras mientras duermen sobre unos cartones que cada noche colocan en la puerta de un edificio de Suipacha y Lavalle, en pleno microcentro.

Lo mismo hicieron, después de sufrir varios intentos de abuso, Selva, Teresa y Fabiana, que viven en la Plaza Martín Fierro, en el barrio de San Cristóbal. Selva, además, decidió cambiar su fisonomía para sobrevivir. “Me corté el pelo bien corto y trato de hablar como un hombre”, cuenta en el Refugio de María, un lugar donde de lunes a jueves las mujeres en situación de calle reciben alimento, ropa y una ducha de agua caliente.

Graciela se las arregla sola. Duerme en la puerta de un edificio sobre la avenida Corrientes, frente al Teatro San Martín. Su mayor preocupación son los hombres que intentan acostarse a su lado para abusar de ella. “Los tengo que andar sacando. La calle te obliga a saber defenderte”, explica mientras saborea una porción de pizza que le trajo Mónica, de Amigos en el Camino, una de las tantas ONG que ayudan a las personas en situación de calle.

Claro que las agresiones no siempre vienen de parte de desconocidos. En el caso de Gladys, que hace años vive al lado de las vías, en la esquina de Constituyentes y Gütemberg, en Paternal, su propio hijo la golpeó en varias ocasiones.

Es que la violencia de género atraviesa a toda la sociedad. Pero se multiplica con las mujeres más desprotegidas y vulnerables. Esas que pasan sus días a la intemperie, soñando con algo tan básico como imprescindible: una casa donde vivir.

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