Portada  |  23 noviembre 2018

"He Vivido": Víctor y Cosme, la pasión por River y Boca

Historias de vida y de amor por el club de sus amores, en un especial por el Superclásico.

Informes Especiales

VÍCTOR ANTONIO SOSA 84 AÑOS (HINCHA DE RIVER)

Nació en Tucumán, en una localidad llamada Aguilares. Recuerda de chico que su tío intentaba por todos los medios convencerlo de hacerse hincha de Boca y le llegó a regalar la camiseta, sin embargo él simpatizaba por River porque todos los compañeros del barrio eran fanáticos de los Millonarios. Fueron casi ochenta años de amor por la camiseta.

La primera vez que vio a River fue en la despedida de Sivori en 1957, uno de los emblemas del equipo conocido popularmente como “los carasucias” había sido comprado por la Juventus en Italia, Víctor no podía creer estar viendo en vivo y en directo lo que sólo soñaba en su Tucumán natal mientras escuchaba por la radio los partidos. Ahí ante sus ojos estaban sus ídolos.

Por motivos laborales, a mediados de la década de los sesenta vino a vivir a Capital Federal y al poco tiempo se asoció al club de sus amores, más de 50 años de socio. Durante los setenta siguió al equipo por todos los rincones del país, no quería perderse ninguna oportunidad de ver al jugador que más disfrutó ver en su vida: El Beto Alonso.

A fines de 1977 comenzó a participar como socio de las actividades del club y asistía a los equipos infantiles, actividad que hizo ad honorem hasta 1989. Vio crecer a Gallardo, Crespo, Biscay, Luján y tantos otros que luego se consagraron en Primera y en la Selección Nacional. Hoy en día es uno de los socios vitalicios más queridos del club.

Víctor se jubiló como administrativo en la cámara Argentina de anunciantes, está casado con su mujer de toda la vida y tiene tres hijos a los que no pudo convencer con su fanatismo: su hijo mayor se hizo hincha de Boca, su hija de Racing y sólo el menor ama los colores rojiblancos (Alexis, llegó a ser jugador profesional). Con sus tres nietos tampoco tuvo suerte, cada vez que ven un superclásico dos alientan por Boca y sólo uno lo acompaña.

Todavía recuerda con mucho dolor el día que River descendió de categoría. Asegura que la final de la Copa Libertadores con el rival histórico es el partido de su vida y está convencido que Los Millonarios darán la vuelta.

COSME MASTRONICOLA 85 años (HINCHA DE BOCA)

Hijo de inmigrantes italianos, Cosme nació y se crió en los alrededores de la cancha de Boca. Vivían en un conventillo en la época en que el Riachuelo tenía otros colores. Para él nunca existió duda alguna: ser de Boca siempre fue parte de su ADN.

A los siete años de edad se coló para poder ser parte de un momento histórico: la inauguración de la Bombonera. “Yo estrené la cancha de Boca”, dice con orgullo. Todavía recuerda gritar el gol de Alarcón en ese partido con San Lorenzo.

Estuvo el día del partido en la cancha de River donde ocurrió la tragedia de la Puerta 12. Recuerda que fue a la platea y unos minutos antes se fue. No supo nada de lo que había ocurrido hasta que llegó a su casa. “Un vecino me estaba esperando porque había escuchado en la radio sobre los muertos”. Cuando uno le pregunta por sus máximos ídolos, el primero que se le viene a la cabeza es Carlos Sosa (crack de la década del 40) e inmediatamente agrega a Rattin y Rojitas.

Cosme se asoció a Boca recién en los años setenta para poder usar la pileta del club. “Es que siempre entraba gratis a la cancha entones no me asociaba”, dice. Vivió siempre en los alrededores del estadio y tuvo, además, un puesto de frutas y verduras muy famoso en el barrio que lo vio nacer y crecer. Actualmente es uno de los socios vitalicios más reconocidos del Club… y del barrio

Sus dos hijos y nieta son todos hinchas xeneizes y lo acompañan a la cancha, con Catalina su mujer lleva 60 años de casado y sabe que cuando juega Boca no hay otra cosa que importe. Dice que Boca siempre le sacó una sonrisa, nunca lo hizo sufrir. Para la final con River dice que no hay opción: Boca será el campeón.

Agradecimiento especial a las comisiones de vitalicios de River y Boca.

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