Félix Gibbs es cura párroco de Nuestra señora de las lágrimas de Solano, un barrio que alguna vez fue obrero. Hoy es un barrio de gente mayormente desocupada y subocupada, con muchas necesidades.
En este relato el cura relata que le da mucha impotencia no poder asistir a los más pobres en sus necesidades y que está tentando de pedirle a su obispo que le dé un destino más apacible.
Además, de develar sus dolencias por los otros, los vecinos que viven en el barrio, habla de su soledad y las fantasías de dejar la orden sacerdotal y tener una vida en pareja.
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