Portada  |  03 diciembre 2018

El futuro se construye de noche

Más de 100 los obreros participan de la megaobra del Viaducto Mitre. Detrás de las enormes moles de hormigón, están los hombres de carne y hueso. Nuevo informe de "Pasa de Noche".

Informes Especiales

Texto de Pablo Kuperszmit @PabloKuper

Mientras la ciudad duerme, ellos están más despiertos que nunca. Así, a contramano, es la vida de los obreros que cada noche construyen la megaobra del Viaducto Mitre, que elevará las vías del ferrocarril desde Palermo hasta Núñez.

La cámara de “Pasa de Noche” se sumergió en sus historias de vida, marcadas por el esfuerzo, el sacrificio y, en muchos casos, también por el destierro, ya que se trata de inmigrantes que vinieron de distintos puntos del país a ganarse la vida en la gran ciudad.

Son más de 100 los obreros que participan de esta obra que, según se prevé, terminará en mayo próximo, cuando el tren circule a 9,5 metros de altura y se eliminen ocho pasos a nivel que existen en la actualidad.

Martiniano Vera, de 41 años, se crió en el pueblo formoseño de Villa Hermosa, pero hace 21 años que se radicó en Buenos Aires, a donde llegó apremiado por la falta de trabajo y la pobreza.

Al poco tiempo se convirtió en obrero de la construcción. Participó en la edificación de casas, torres, edificios y redes de subte hasta que hace unos meses llegó a ser capataz de la construcción para elevar las vías del Mitre-Tigre.

Pero todo tiene su precio. Para ganar tiempo, la obra principal se desarrolla todos los días, incluidos los fines de semana, y de noche, para evitar entorpecer el tránsito, porque se cortan dos carriles de la avenida Del Libertador. Por eso los obreros van a trabajar cuando el resto de la sociedad regresa a su casa y se acuestan a dormir alrededor de las ocho de la mañana, cuando todos se levantan.

“Como máximo duermo cinco horas y a veces ni eso –cuenta Martiniano-. Porque de día te llega el ruido por todos lados y, además, si no me despierto, directamente no la veo a mi pareja, porque ella trabaja de día, como todo el mundo”, agrega.

Lo mismo le sucede al resto de sus compañeros, algunos incluso venidos de lugares lejanos del Gran Buenos Aires, lo que los obliga a viajar varias horas en trenes y colectivos para llegar a la obra.

El cansancio muchas veces los agobia. Pero el trabajo les exige estar todo el tiempo en alerta máxima. Un error puede ser fatal. Es que su tarea consiste en colocar las dovelas, como se llaman las estructuras de hormigón de 40 toneladas que, alineadas una detrás de otra y unidas por barras de acero, van conformando la traza de 3,9 kilómetros de largo por la que circulará el tren.

El sistema, traído de Italia e implementado por primera vez en la Ciudad, incluirá un total de 1017 dovelas que son montadas a través de una lanzadera de vigas, una máquina de 220 toneladas que las va alzando y luego las desplaza horizontalmente hasta colocarlas en su posición definitiva.

Pero detrás de esas enormes moles de hierro y hormigón, están los hombres de carne y hueso. Esos que se ganan el pan de cada día trabajando de noche, en silencio y, como dice la Biblia, con el sudor de su frente.

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