Portada  |  30 abril 2018

El amor más puro: historias del Cottolengo Don Orione

Más de 400 personas, entre trabajadores y voluntarios, cuidan y brindan cariño a los 360 residentes con diferentes discapacidades que viven en el enorme predio de Claypole.

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A partir de una donación, en 1935 comenzó la construcción del cottolengo Don Orione, un predio de 50 hectáreas en Claypole, destinado a atender y a cuidar de personas con discapacidades físicas y mentales. Actualmente, 360 residentes conviven en 15 hogares dentro de la obra. El amor de 400 personas, entre trabajadores y voluntarios, es el que logra llevar adelante el enorme trabajo que desarrollan.  

“A los 20 años decidí cambiar de vida y meterme a hacer un voluntariado, la vida me trajo acá", cuenta Carolina Casuscelli, una joven de 34 años que es voluntaria del cottolengo desde 2009 y en poco tiempo se va a convertir en la responsable legal de Pauli, una paciente con alta dependencia, cuya única forma de comunicarse con los otros es con sus manos y con los movimientos de su cuerpo.

Con el tiempo,  Carolina se convirtió practicamente en la "mamá" de Paula Aguirre: "A mí me destinaron al lugar donde vivía Pauli, el vínculo no fue buscado. Al principio, no me resultó para nada simpática, ella estaba muy seria en su silla de ruedas y yo no me acercaba", cuenta la joven que es sommelier y colabora como voluntaria, y agrega: "Un día ella me atrapó, con las manos de pulpo que tiene, y me llevó hacia ella…ahí hubo algo que se despertó en mí".

“Lo que siento por Pauli es mucho agradecimiento, me ha enseñado mucho sobre la humanidad”, asegura emocionada Carolina, y agrega: “Todos somos capaces de este amor gratuito”. Actualmente, Pauli tiene 35 años y vive desde hace 28 en el cottolengo. “Sabemos que llegó a los 7 años y quedó acá. Nunca vi a nadie que la visite”, explica la voluntaria. 

El cottolengo está lleno de casos de amor genuino como el de Pauli y Carolina. “Algunos internos no se quisieron ir y se quedaron porque esta es su casa. Tenemos que entender eso, nosotros venimos a acompañarlos en el día a día. Uno acá aprende a dar, yo quiero que el paciente brille como es”, explica la doctora María Paula Sixto, que trabaja en el sector de alta dependencia de la obra.

“Yo elegí quedarme con este trabajo…no me siento mejor en ningún otro lugar”, explica la médica, y agrega: “Yo soy feliz acá, de verdad siento esto. Imaginate un lugar en el que das dos pasos y te recibe un residente y te dice “doctora, que linda estás””.

“Yo entre a los 13 años, ahora tengo 23. Vivir en el cottolengo es algo muy lindo, a veces en una familia no se valora lo que una madre hace por su hijo y nosotros tratamos de valorarlo que el cottolengo hace por nosotros", asegura con convicción Robertito, el campeón de bochas de Don Orione, y cuenta: “Mi familia no viene tanto, pero yo con el celular me comunico con todos”.

A pesar del amor, el esfuerzo y el cariño de los trabajadores y los voluntarios, no todo es sencillo en el cottolengo. Los directivos aseguran que a partir desde 2017 hay cada vez menos aportes desde el PAMI y el Ministerio de Salud de la Nación, y sin el pago de prestaciones, cuesta mucho el día a día de la institución. 

Quienes quieran colaborar con el cottolengo, pueden comunicarse al 4268-1325/0740, o al 4911-1854, en Capital Federal. 

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