Portada  |  03 enero 2019

Contratado por un día: Roberto Funes Ugarte y el mundo de silleteros en altura

Experimentó en carne propia la sensación de tener un vidrio delante de los ojos y un mundo en miniatura debajo de los pies. No te pierdas la nueva sección de Telefe Noticias.

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Está considerado un trabajo de altísimo riesgo. Es que un error puede ser fatal. ¿Cómo es permanecer horas colgado a casi 200 metros de altura para limpiar los vidrios externos de los edificios más grandes de la ciudad?

En Contratado por un día, la nueva sección de Telefe Noticias, Roberto Funes Ugarte no solo se introdujo en este mundo de los que se ganan la vida desafiando al vértigo, sino que fue uno más de ellos. Sí, se colgó de una silleta y experimentó en carne propia la sensación de tener un vidrio delante de los ojos y un mundo en miniatura debajo de los pies.

Después de dejar su vestimenta habitual y calzarse el uniforme de los silleteros, como se les dice a los trabajadores de este rubro, a Funes Ugarte le tocó limpiar toda una tira de ventanas de un edificio ubicado en pleno Puerto Madero.

Claro que antes recibió un mínimo entrenamiento de los verdaderos operarios, quienes le contaron cuál es la técnica para deslizarse, de qué manera se limpian los vidrios y todos los secretos de un trabajo que, si no se hace con extremas medidas de seguridad, puede terminar en una tragedia.

Es que la altura a la que deben subir es muy grande. Cristian Gajardo, de la empresa Clean Tower, que tiene como clientes al 80 por ciento de las torres del país, contó que muchas veces debe estar colgado del arnés a 180 metros de altura, como cuando le toca limpiar los vidrios de las torres El Faro o el edificio de YPF, en Puerto Madero.

El precio por la limpieza de una torre de esa envergadura varía entre los 60 mil y los 80 mil pesos, y demanda un trabajo de dos días con jornadas de ocho horas, a cargo de una cuadrilla de catorce silleteros.

Se trata de un trabajo con mucha adrenalina. Pero no sólo por lo peligroso. También por otro tipo de razones bastante más curiosas: como por ejemplo las cosas que suelen ver los silleteros cuando están colgados frente a las ventanas de los edificios.

Si bien antes de empezar siempre se avisa a cada uno de los propietarios que se va a hacer la limpieza, hay quienes se olvidan o también hay quienes a los que nada les importa, como si tuvieran su costado exhibicionista.

Por eso se los operarios se han encontrado con gente teniendo sexo o con gente desnuda, que se paseaba tranquilamente delante de ellos. “Hay personas que cuando nos ven pegados al vidrio salen corriendo o se tapan, pero a otras no se les mueve ni un pelo, como un hombre que se estaba masturbando y siguió como si nada”, recuerda Gajardo.

En su primera experiencia, a Funes Ugarte no le tocó vivir ninguna situación por el estilo. Pero adrenalina no le faltó. Si nos guiamos por la tensión con la que la vivió, podemos afirmar todo lo contrario: le sobró.

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