Ya casi no medimos el uso que le damos. Esta en todo lugar, en nuestra cotidianeidad e incluso en los momentos más importantes. Quizá no te das cuenta, pero probablemente te sientas identificado con algunos de estos casos: el celular en el auto, caminando en la calle, en transporte público, en la cocina, en la cama, en reuniones, en el gimnasio, e incluso los cotidianos robos de celulares.
Es una herramienta útil de trabajo, conexión, información, pero la encontramos tan útil que es como si el hoy y ahora estuvieran en el dispositivo inteligente y no en nuestro alrededor. ¿De cuantas cosas nos perdemos? ¿Cuantas cosas no escuchamos o ignoramos?
“La vida es lo que pasa mientras miras la pantalla de un smartphone” dicen algunos. Vivimos en una era “Celulitis”, donde nos acostumbramos tanto al dispositivo que incluso nos cuesta estar unos minutos sin agarrarlo físicamente. Hay quienes lo llevan al baño o lo dejan al lado de la ducha por la necesidad de tenerlo cerca.
Y este no es el fin. La tecnología avanza, junto con las apps y demás facilidades tecnológicas. La pregunta es cuál va a ser nuestra actitud con todo lo que se viene, cómo va a ser nuestro orden de prioridades y hasta donde dejaremos que el celular entre en nuestras vidas.
Comentarios