Portada  |  10 julio 2020

He sobrevivido: "Con la edad que tengo, pensé que me iba a morir"

Susana Galeano, de 86 años, cuando le dijeron que tenía coronavirus no pudo hacer otra cosa más que echarse a llorar.

He Sobrevivido

Susana Galeano tiene 86 años y vive en el barrio de Barracas. Nació en Paraguay. Llego a Buenos Aires buscando una vida mejor para ella y su hija, Eulalia. Vivió primero en una casa de familia en la que trabajó cama adentro junto a su hija, después en la Villa 21 donde vivió por 20 años. Ella misma pagó por su jubilación. Hoy vive en el barrio de Barracas, fuera de la villa. A fines de mayo la internaron por una neumonía y se contagió intrahospitalariamente COVID-19. Por su edad, su asma y sus antecedentes, las esperanzas eran pocas, pero venció a la enfermedad.

Susana se crió en el campo, nació en Puerto Pinasco, en el Chaco paraguayo, a 527 kilómetros de Asunción. Fue la mayor de cuatro hermanos. "Nos criamos en el monte como los bichos", le contó a Telefe Noticias.

Durante la adolescencia conoció a quien sería años más tarde, cuando ella tenía 25 y él 29 años, el papá de sus hijos. Tuvieron a Eulalia y a Celestino Roberto, pero este último murió en los brazos de Susana, de meningitis, cuando tenía apenas 1 año de edad.

Siete años duró casada con el papá de sus hijos. Un día, su hija, con 16 años le propuso venirse a la Argentina en busca de mejores oportunidades. Primero estuvieron en Los Polvorines y después llegaron a Buenos Aires con la idea de buscar un trabajo que les permitiera abrirse camino.

El primer trabajo en Buenos Aires fue en casa de una abogada, una mujer separada y con 8 hijos que necesitaba una empleada. Susana cocinaba, lavaba, limpiaba y su hija, Eulalia, con sólo 16 años, cuidaba a los chicos.

Pero un día Susana decidió que era suficiente y le dijo a su patrona que se volvería a Paraguay. Que quería que su hija estudiara, que no podía con todo el trabajo sola. La abogada le dijo que pondría en un colegio a su hija y que contrataría a una chica para que la ayude, con tal de que se quedara.

Fue esa chica que entró a trabajar a la casa, una mujer misionera, la que le ofreció una casa en la Villa 21, en Barracas. Era plena dictadura militar en la Argentina. "Ni cuenta nos dábamos, estábamos caminando entre leones y tigres", repasa Susana cuando lo recuerda.

Susana crió y educó a sus tres primeros nietos. La vida le deparó uno de los golpes más duros que le tocó afrontar, después de la temprana muerte de su hijo, uno de sus nietos, Diego, de 19 años, se suicidó en la misma casa en la que vivían en la villa.

Los recuerdos no la dejaron seguir viviendo allí. Fueron tiempos muy duros para la familia. Se mudaron afuera de la 21. El menor de sus nietos, Ricardo, estudió y logró recibirse como productor de TV en TEA Imagen. Para ella, que apenas tiene 4to grado, es su orgullo.

A fines de mayo la llevaron de urgencia por un cuadro de neumonía a tres hospitales, hasta que lograron que la acepten en el Muñiz. Le realizaron primer un examen de COVID-19 que dio negativo, pero fue puesta en la unidad de "casos sospechosos", por sus antecedentes respiratorios.

Cuando volvieron a realizarle la prueba esta vez dio positivo, se cree que por un contagio dentro del hospital. Pensó que iba a morir. Cuando le dijeron que tenía coronavirus no pudo hacer otra cosa más que echarse a llorar.

"Si llaman del hospital, hay que prepararse para lo peor", le habían advertido a la familia. Pero contra todos los pronósticos, tras 20 días internada en el Muñiz, gracias al trabajo de médicos y enfermeros Susana se recuperó, para convertirse en una nueva sobreviviente de la pandemia que puso en jaque al mundo.

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