Portada  |  12 julio 2018

Todas somos Wanda Nara: cuando la estética se transforma en violencia hacia la mujer

¿Por qué no podemos tolerar la imperfección, lo natural o dejar la exigencia de lado? La opinión de profesionales de la salud.

Espectáculos

Por Adriana Sandro*

En un contexto en que rige la avidez por las noticias inmediatas e íntimas que trascienden el ámbito privado, el miércoles se generó una gran polémica en torno a las fotos de Wanda Nara en las playas junto a su marido Mauro Icardi luciendo al natural: la difusión de esas imágenes despertó amores y odios en las redes sociales.

Lo que más llama la atención es que la mayoría de las personas que la critican son mujeres que parecen no tolerar verla con celulitis y le exigen tratamientos estéticos o que vaya al gimnasio para mejorar su figura. ¿Por qué no podemos tolerar la imperfección, lo natural o dejar la exigencia de lado?

En tiempos de lucha feminista con logros en el haber como la media sanción al proyecto de la legalización del aborto y marchas para lograr igualdad de derechos laborales superadores, el rol de la mujer parece ir afianzándose, aunque este tipo de situaciones pueden significar un retroceso en el rol femenino al criticarse entre ellas y no mantenerse unidas ante la imperfección o discriminación de la cual tanto luchan.

El de Wanda Nara es claramente un caso de violencia estética: ésta se inicia con el proceso de definición de manera arbitraria de modelos y patrones de belleza mediante el imperialismo cultural, donde el principio eurocéntrico monopolizó “lo bello” y lo estético como condición natural de Europa. A partir de ahí fue introducido en el imaginario colectivo que toda forma fisionómica, fenotípica y corporal diferente a la europea es anti-estética, siéndole atribuidos rasgos grotescos, discordantes y no armoniosos. Este tipo de violencia por lo general pasa desapercibido dado que la violencia contra la mujer se encuentra naturalizada.

La violencia estética se manifiesta también en los medios de comunicación y la industria de la moda, del cine, la música y el mercado cosmético que muestran unos cuerpos femeninos “perfectos”. Se trata de cuerpos ficticios, irreales, fabricados a través de varias cirugías y modificaciones corporales invasivas, que se han incrementado en un 80% durante los últimos 20 años.

“No está mal ser bella, lo que está mal es la obligación de serlo”, señaló alguna vez la escritora estadounidense Susan Sontag, una potenciadora de ideas y reflexión. 

Las mujeres somos cosificadas y muchas veces nuestro cuerpo es concebido como un objeto para el placer o el deleite de otros”. Éste es uno de los disparadores del libro “Más que un cuerpo” que tiene como autora a Mónica Katz, especialista en trastornos de alimentación. La propuesta del texto es entender a nuestro cuerpo como una herramienta para hacer y llegar a ser todo lo que queremos. Lo cierto es que las mujeres somos mucho más que un cuerpo, pero lamentablemente en esta cultura en la que se entronizan la delgadez y la perfección como modelos de belleza, un número en la balanza “pesa” mucho más que nuestras habilidades, capacidades, nuestra generosidad o creatividad, lo que realmente nos hace ser únicas.

No es casual que los últimos datos recogidos por la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (ALUBA) demuestren que ha habido un aumento de trastornos alimenticios en la población femenina desde el año 2000: se pasó de un 9 por ciento con esta patología a un 12; en tanto, quienes sufren de algún trastorno pasaron del 26 al 37 por ciento.

La licenciada en Nutrición Sol Vilaró, integrante del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO), explica a telefenoticias.com.ar que “la imagen corporal depende, en gran medida, de los ideales de belleza que se manejan desde la cultura. Hoy en día, se idealiza una figura femenina excesivamente delgada, generando un modelo estético muy difícil de conseguir por medios saludables, como lo es una alimentación sana y equilibrada y la actividad física”.

“Es por ello que un número importante de mujeres, adolescentes y hasta niñas, al enfrentarse a ese modelo inalcanzable, tienen una sensación de fracaso. Razón por la cual, a edades cada vez más tempranas, inician conductas de dieta restrictiva o de compensación con actividad física excesiva, u otros métodos peligrosos para perder peso, con la esperanza de alcanzar ese ideal que es muy difícil de lograr y al que muchas veces se termina accediendo con ayuda de cirugías estéticas”, agrega la especialista.

Sin embargo, más allá de que está bien que hombres y mujeres nos preocupemos por nuestra estética, sabemos que el ser humano no es solo un cuerpo. Entonces, surge la pregunta: ¿Realmente importa la apariencia física? ¿Es realmente importante para crear un lazo verdadero, para tener una pareja a largo plazo, para poder sostener un trabajo? Una relación verdadera, un amor real, van mucho más allá de una cara linda, de un físico trabajado, de un cuerpo voluptuoso. Toda relación se basa en un montón de otras cosas importantes que van más allá de la apariencia y de las exigencias que nos pongamos. Todas somos Wanda Nara.

Adriana Sandro es periodista en Telefe Noticias y Lic. en Psicología - MN 53315   

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