”Nosotros siempre fuimos un local bailable en San justo hace varios años, el 20 de marzo nos agarra esta pandemia y por la cual hace 6 meses prácticamente que veníamos acumulando deudas”, comenzó relatando Bruno Álvarez, organizador de eventos.
“En el mes de septiembre cambiamos nuestra figura o anexamos una figura comercial como bar. Probando prácticamente un mes y medio, la cosa seguía sin funcionar: estuvimos al borde del desalojo del local”, agrega en el comienzo de la charla.
Ante esa dramática situación, se pusieron manos a la obra. “Entonces empezamos a golpear puertas a los concejales, al senador, al señor intendente, al secretario del gobierno lo cual nosotros le manifestamos nuestra intención, le manifestamos nuestra situación, le manifestamos que era lo que queríamos hacer. Lo que estábamos pidiendo era permiso, nosotros no pedíamos plata ni queríamos ayuda del Estado sino que nos den la posibilidad de trabajar y demostrar que podíamos hacer las cosas bien”.
“Estuvimos de reunión en reunión y luego de prácticamente dos tres meses de análisis entre la Junta de Defensa Civil y nuestros gobernantes , hasta que presentamos una idea que era hacer una especie de burbuja en el cual el artista no tenga ningún tipo de contacto con la gente de San Justo, donde hay un sistema de declaración jurada que tiene un QR que controla la Gendarmería”, aclaró Álvarez.
Luego el empresario destacó que el operativo se realizó en forma conjunta entre el sector público y privado. “El cuerpo de inspectores acompañó a Sergio Torres al local, donde se tomaron todos los recaudos necesarios. Primero se sanitizó al artista, se le controló su temperatura corporal y luego por la planta superior ingresó por una pasarela hasta el escenario, realizando su show con un distanciamiento bastante prudente de lo que la primera línea de mesas”.
“Hizo su show sin tener contacto con el público ni bajarse en ningún lugar y se retiró de la ciudad”, aclaró el impulsor de esta iniciativa.
“Nosotros estamos bajo la línea de los protocolos gastronómico, que dispone de distanciamiento de metro y medio entre butaca y butaca y 2 metros entre mesa y mesa. Las reservas hacen todas digitalizadas y después se firma una declaración jurada dentro del local para aquella gente que concurrió”, aclaró sobre el protocolo respecto a los clientes, donde también se brindar una serie de recomendaciones sobre los cuidados que deben tener.
“Estamos viviendo un tiempo muy crítico y esto no es un gesto de rebeldía”, sostuvo más adelante, preocupado por el presente de su negocio y las dificultades para sostener su emprendimiento.
Por último, Álvarez destacó el comportamiento de la gente que quedó “plasmado en un video” que demuestra que se pueden hacer las cosas bien. También resaltó que el artista aceptó trabajar con un porcentaje y fueron con una cantidad reducida de músicos.
“De este negocio dependen 25 familias”, enfatizó al argumentar la importancia de que les permitan volver a trabajar.
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