Según cuenta la leyenda, todo comenzó una noche que Sandro volvía en auto luego de dar un recital. Era una impresionante noche de luna llena. Estacionó en la avenida Pavón, entre las calles Quintino Bocayuva y Castro, se bajó y les dijo a sus acompañantes que allí, en esa cuadra, se imaginaba un castillo resplandeciendo bajo la misma luz que plateaba la arboleda del barrio.
En 1980, Roberto Sánchez compró la propiedad ubicada en Pavón 3939, originalmente una casa chorizo con 8,66 metros de frente por 60 de fondo. Ordenó la demolición completa y él mismo hizo los planos del nuevo proyecto, aunque su vocación por el dibujo se había limitado, hasta entonces, a bocetos de vestuarios y coreografías.
Los planos, diseñados por Sandro pero supervisados y firmados por un arquitecto, fueron aprobados el 27 de noviembre de 1985. "Todos quieren tener un castillo y yo me hice uno en Boedo", decía.
La construcción demoró unos 12 años y el proyecto sobrevivió a las inestabilidades económicas del país.
La mano de Sandro está detrás de todo lo que se ve en este edificio de 957 metros cuadrados: las arañas, los faroles y los enrejados de hierro macizo, los arcos entre góticos y moriscos, los vitrales. El frente es tal cual cómo él lo dibujó, primero en 1985, y luego en 1987, cuando decidió agregar una planta más.
El edificio fue ocupado ilegalmente y vandalizado, y ahora fue reabierto como centro de actividades culturales. La propuesta incluye un bar temático donde se exhibirán objetos originales del legendario Gitano.
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