Portada  |  21 octubre 2019

Rafa Nadal tuvo una boda "blindada" con 350 invitados de lujo

El español Rafael Nadal, diecinueve veces ganador de un Grand Slam, dio el 'sí quiero' este sábado a su novia de toda la vida, María Francisca Mery Perelló, en una ceremonia celebrada en Mallorca, la isla mediterránea donde nació el tenista. Obsesionado con la privacidad, Nadal logró que la fiesta se mantuviera en absoluto secreto.

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El ganador de 12 Roland Garros, de 33 años, celebró la boda ante 350 invitados en el castillo de Sa Fortalesa, en Pollença (noreste de la isla), entre los que se encontraban el rey emérito Juan Carlos I y amigos del tenis como David Ferrer, Feliciano López y Pico Mónaco.

Mery Perelló, de 31 años y conocida también con el sobrenombre de 'Xisca', conoció al tenista hace 14 años al ser amiga de la hermana del deportista, Maribel Nadal. Su relación, marcada por una gran discreción y por sus escasas apariciones públicas, comenzó en 2005.

Rafa Nadal y Mery Perelló lograron su propósito: tener una boda íntima. El tenista y esposa blindaron su enlace a los medios de comunicación y pidieron a sus invitados que no tomaran fotos del enlace. 24 horas después de su gran día, decidieron difundir dos imágenes. En ellas se los ve felices y con sus trajes de novios.

Mery Perelló lució un traje diseñado por Rosa Clará, un modelo con un escote caja y manga larga, realizado en encaje francés, inspirado en el movimiento artístico art déco y compuesto por motivos gráficos y florales. El traje está bordado a mano, de manera meticulosa, con micropedrería incrustada en el dibujo. La falda, de línea evasé, confeccionada en crepe de seda natural, incorpora una ligera sobrecola extraíble. Completó su look nupcial un velo de tul en seda natural. Perelló se cambió durante la celebración, en la que vistió otro traje de Clará.

Nadal llevó un traje hecho a medida, de corte clásico, de la firma italiana Brunello Cuccinelli y en tono gris, como manda el protocolo en las bodas que se celebran de día.

Nadal es un hombre obsesionado con su privacidad. Por ello, el tenista diseñó una boda blindada. El enclave escogido, el recinto amurallado de Sa Fortalesa (en Pollença, Mallorca), prácticamente inexpugnable y con dos únicos accesos por tierra totalmente controlados, hizo imposible el trabajo de los fotógrafos que trataban de captar imágenes.

A todos los invitados se les pidió que dejaran sus teléfonos móviles para evitar filtraciones de información e imágenes. A excepción de los reyes Juan Carlos y Sofía y del entrenador del tenista, Carlos Moyá, y su esposa, Carolina Cerezuela, que acudieron en vehículos propios, todos los demás asistentes llegaron al lugar en autobuses y, cuando subían a los vehículos, se encontraban con una nota que decía: "Os recordamos que nos gustaría que disfrutarais de nuestra boda y que fuera en la más estricta intimidad. Cuando lleguéis encontraréis un casillero para que podáis dejar los móviles. Muchas gracias: María Francisca y Rafael". Además, las empresas que trabajan en la boda y sus empleados tuvieron que firmar contratos de confidencialidad para hacer aún más segura la boda.

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