Portada  |  10 octubre 2018

Semáforo con cuenta regresiva: ¿a quién se le ocurrió?

El registro del invento argentino que redujo la cantidad de accidentes cumplió 30 años. El creativo Esteban Gastaldi lo registró en 1988. Quince años después la prueba piloto fue llevada a cabo en la Av. 9 de Julio, conocida como la más ancha del mundo. Mejoró la seguridad vial al reducir los riesgos de accidentes tanto para peatones como para conductores. Conocé cómo el inventor llegó a desarrollar una patente que salva vidas todos los días al eliminar la imprevisibilidad del cambio de luces del semáforo.

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Por Gabriela Cerioli

En la ciudad de Buenos Aires el primer semáforo eléctrico se instaló el 31 de diciembre de 1958, en la intersección de las avenidas Leandro N. Alem y Córdoba, en la zona donde hoy funciona el Metrobús del Bajo.

Desde entonces los avances tecnológicos en el sistema semafórico continuaron y brindaron mayor seguridad vial tanto a los conductores como a los peatones. A la hora de evaluar las estadísticas de seguridad vial, uno de los desarrollos más beneficiosos resultó la incorporación de la cuenta regresiva en los semáforos, un invento del creativo argentino Esteban Gastaldi.

En los años ’80 Gastaldi detectó dos problemas en el tránsito urbano: por un lado, muchas veces el peatón quedaba atrapado entre los autos al cruzar una avenida; por el otro, la gran cantidad de choques que había cuando un conductor intentaba frenar ante la aparición de la luz roja de un semáforo y era impactado por el vehículo que venía detrás.

Comprometido con las necesidades de los habitantes de una de las ciudades con más vehículos del mundo, “investigué estadísticas sobre violación de semáforos rojos: cada auto violaba un semáforo rojo cada 3 días. Sólo en la ciudad de Buenos Aires se violaban más de 57 millones de semáforos con luz roja por mes. Sin embargo, no podía ser que el 100 por ciento de los conductores fuéramos imprudentes. Lo que estaba mal era el sistema semafórico como lenguaje de comunicación”, señaló Gastaldi a telefenoticias.com.ar.

Tomando como punto de partida la definición de accidente de tránsito –“un hecho inesperado, imprevisible e inevitable”-, el inventor observó que cuando la luz amarilla aparece sorpresivamente, toma por asalto a los conductores. “Que el sistema semafórico tuviera ese componente imprevisible era echar combustible al fuego”, subrayó en el programa “Qué noche Teté” (Radio 10) en setiembre pasado.

Gastaldi partió de la premisa de que “los que estamos en el tránsito (peatones, ciclistas, automovilistas) no podemos alterar la ley de la física mecánica ‘tiempo-velocidad-distancia’” y advirtió que, si el tránsito estaba regido por ese algoritmo, el sistema semafórico tenía una grave falencia: carecía de la información sobre la variable temporal para los usuarios. “Las luces de los semáforos tradicionales no eran suficientes como para establecer esa variable temporal imprescindible, ya que los conductores contaban con información sobre la velocidad (a través del velocímetro) y la distancia (utilizando como parámetro la extensión de las cuadras) pero no sobre el tiempo restante para el cambio de aspecto lumínico. Al sistema le faltaba la variable tiempo para que una persona pudiera tomar una decisión en un lapso de tiempo”, pensó entonces un joven Gastaldi. Para resolver ese problema, propuso incorporar a los semáforos existentes una cuenta regresiva, que brindara información precisa sobre el tiempo necesario para un cruce –en el caso de un peatón- o para que un vehículo frenara en tiempo y forma –en el caso de un auto. “Había que anticiparse y hacer una prevención en tiempo real”, determinó.

“Al advertir un peligro, cualquier persona tarda 1,2 y 1,5 segundos en reaccionar. Para un conductor, en algunas ocasiones, violar la luz roja hacía que evitara un accidente. El peatón, por su parte, es el actor de tránsito más indefenso y vulnerable: es un ser humano que no puede poner velocidad mínima o máxima de cruce, porque cada uno va a su ritmo. Había que darle información para que tomara su propia decisión”, precisó el inventor.

El tiempo, la clave

“Era consciente de que no podía sumar cables ni ningún otro elemento externo que pudiese poner en jaque el normal funcionamiento del cruce semafórico, y mucho menos un reloj ya que podía fallar. La seguridad es la premisa de todo sistema de tránsito y debía estar garantizada”, detalló Gastaldi a telefenoticias.com.ar.

“Primero se me ocurrió la cuenta regresiva en segundos, pero luego advertí que el medidor podía ser el famoso invento del serbio-estadounidense Nikola Tesla: la corriente alterna, que se distribuye en ciclos por segundo. Entonces me basé en la corriente y sus ciclos. En Argentina fluyen 50 ciclos por segundo, con lo cual la misma corriente funcionaría como reloj encendiendo y apagando el semáforo. Ese ciclo determinaría el segundo y aseguraría que, ante un corte de luz, el semáforo se desactivara”, explicó Gastaldi.

Al cerrar el algoritmo de esta manera, el sistema semafórico se transformó entonces en un elemento que realmente cuidaba el tránsito.

Invento con patente nacional

El semáforo con cuenta regresiva o semáforo vehicular-peatonal con aviso de cambio en unidad de tiempo es una señal de control de tráfico semafórica cuyo objetivo es regular la circulación vial mediante la indicación —a peatones y conductores— del tiempo restante para el cambio de aspectos lumínicos.

A fines de los años ’80, el creativo –que además es realizador televisivo- registró en la Dirección Nacional de Derechos de Autor (DNDA)​ los avances y modificaciones del proyecto bajo los expedientes 103183 del 15/05/1988, 136605 del 07/07/1989, 188476 del 12/07/1990, 267758 del 17/06/1992, 270234 del 08/07/1992, 280280 del 09/09/1992, 366175 del 04/05/1994, 704162 del 04/10/1996, 59389 del 12/05/2000 y 4825952 del 05/03/2010.

“Como creativo publicitario, empecé el registro de mi invento en la oficina de Derechos de Autor porque estaba acostumbrado a registrar allí todas mis ideas. Y a medida que fui desarrollando el proyecto, complementé el expediente original”, explicó.

Para conceder una patente de invención, se deben cumplimentar varios procesos, entre ellos, la búsqueda de antecedentes en bases de datos mundiales, realizada por el propio Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INPI), quien en 2006 le otorgó a Gastaldi en nombre del Estado Nacional la patente de invención N°AR029042B1, 18 años después de su primer registro en la oficina de Derechos de Autor.

Difundir el invento

El statu quo en materia de tránsito era poco permeable a las innovaciones. “Al principio, mi invento fue resistido. Implementarlo fue una ardua lucha. Todo invento es disruptivo por definición en cualquier sociedad en cualquier época de la historia. Inicialmente, los ingenieros viales especializados en tránsito dudaban, porque creían que la cuenta regresiva en los semáforos podía provocar un efecto largada por parte de los conductores”, recordó.

Sin embargo, no tardaron en encontrar los beneficios del semáforo peatonal con cuenta regresiva. “Yo quería que los peatones pudieran visualizar el tiempo disponible para cruzar una arteria”, relató Gastaldi a telefenoticias.com.ar.

La prueba piloto fue llevada a cabo en 2003 en la Av. 9 de Julio, conocida por los porteños como “la más ancha del mundo”, aunque el libro Guinness le quitó esa distinción en 2006, por una de las avenidas icónicas de Brasilia -el Eje Monumental, que conecta la Plaza del Ayuntamiento y la Plaza de los Tres Poderes-, abierta en 1960. El primer semáforo peatonal se instaló entre Sarmiento y Perón, donde la 9 de Julio tiene 110 metros de ancho: rápidamente los peatones comprobaron que conocer cuánto tiempo disponían para cruzar, hacía que el cruce fuera más seguro.

Desde entonces, este tipo de semáforos se expandió en Buenos Aires y el interior. Su  invento claramente contribuyó a la seguridad vial: el semáforo con cuenta regresiva redujo los riesgos de accidentes tanto para peatones como para conductores. “Evita que los automovilistas frenen de manera brusca o imprevista o que crucen con luz roja. Pero la versión más utilizada desde que patenté mi invento es el semáforo peatonal, que avisa a los peatones cuántos segundos les quedan para cruzar una avenida o una calle. En la Ciudad, no obstante, se resisten aún al vehicular”, expresó Gastaldi.

El invento cumplió con la función social que soñaba su autor hace más de 30 años. Los semáforos con cuenta regresiva se replicaron por doquier bajo gestiones de distinto color político en ámbitos municipales, provinciales e incluso nacional.

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