Portada  |  17 agosto 2016

Malvinas: la historia detrás de la carta que un soldado respondió 34 años después

Los protagonistas de la historia hablaron con Telefe Noticias y contaron su reencuentro por las redes sociales más de tres décadas después.

Actualidad

A Ermesto Ismael Urbina y a Graciela Vassarotto los separan casi 500 kilómetros de distancia, pero hay algo que después de 34 años los mantiene unidos: el poder de las palabras. “Mi querido héroe: Para ti de mi parte los mejores elogios, los mejores honores”, así comienza la carta que Graciela le escribió a puño de letra y emoción a un soldado de Malvinas allá por abril de 1982 cuando el conflicto armado entre Argentina y Gran Bretaña acababa de estallar. Ernesto no sabía que más de tres décadas después encontraría entre sus pertenencias el texto escrito por la entonces estudiante de 15 años y que atravesado por el recuerdo, el sentimiento y el dolor, le contestaría con la intención de devolver de alguna manera la caricia que había recibido mientras se recuperaba de las heridas de la guerra.

La noche del 1 de abril de 1982, cuando la patrulla que integraba como Comando Anfibio pisó tierra firme en Malvinas, Ernesto tenía 22 años. Era la primera operación de las Fuerzas Armadas argentinas para recuperar las islas en una guerra que recién empezaba. Ernesto no se imaginaba que minutos después de las once de la noche llegarían a los alrededores de la casa del embajador británico Rex Hunt, se desataría un combate y el primer caído sería el mayor Pedro Giachino y el teniente Diego García, herido de un disparo. Tampoco imaginaba que al intentar auxiliarlos en su rol de enfermero una bala enemiga le perforaría el bajo vientre, le fracturaría la cadera y lo dejaría internado durante dos meses con una discapacidad de por vida. Pasarían 27 días más de aquel otoño de 1982 para que Ernesto, en el Hospital Naval Puerto Belgrano, en Punta Alta, reciba la carta escrita por Graciela, con quien se contactaría 34 años después en un escenario muy distinto al de la guerra y de la forma menos pensada.

El 2 de abril el cabo Urbina fue operado en Malvinas y trasladado de urgencia al hospital de Punta Alta, en la provincia de Buenos Aires. Allí inició su recuperación y recibió varias cartas de aliento, entre ellas la de una joven estudiante de secundario impactada por el sinsabor de la guerra. “Mi querido héroe: Para ti de mi parte los mejores elogios, los mejores honores. No tengo palabras para explicar lo orgullosa que estoy de que en este maravilloso país haya todavía gente como vos. Esto quizás sea para vos una locura, para mí es un honor. Te diré que me llamo Graciela, tengo 15 años. Son pocos pero me alcanzan y me sobran para comprender tu maravilloso gesto. Ernesto, te diré que pienso estudiar, licenciarme en historia y quiero algún día poder explicarles a los alumnos el gesto del cabo enfermero Urbina”.

Ernesto recuerda aquellos días en los que la guerra y la muerte se instalaron para quedarse, y repite varias veces que fue difícil. “Estuvimos en situaciones límites. Yo estaba en un hospital cuando llegaron las cartas, pero hubo soldados en combate”, dice ahora al otro lado del teléfono al rememorar una cicatriz que todavía duele. Y al recordar el efecto de las palabras en cada una de las cartas que recibió y leyó ahora no habla, en cambio, de dolor. “Fueron para mí y creo que para todos los soldados las caricias que nos llevaron a tener fuerzas”. Por eso, quizás, cuando Ernesto encontró la carta que le escribió Graciela decidió devolverle el cariño recibido en aquel momento, que 34 años después volvió a nacer por el efecto de las palabras.

“Yo sé que quizás te sea imposible escribir a cada carta que te llega, pero por favor hace una excepción y escribime contándome la experiencia que tuviste, por favor te lo pido. Será para mí el orgullo más grande de mi vida”, le suplicaba Graciela. Hace unos días atrás Ernesto volvió a leer sus palabras, la buscó en la red social Facebook y le escribió sin pensarlo. “Decidí escribirle pidiéndole disculpas, teniendo en cuenta que a lo mejor no iba a tener el mismo efecto, pero todo esto fue muy movilizador. Siento mucha emoción”, dice ahora Ernesto, de 56 años, que se desempeña como enfermero en un hospital, tras jubilarse de la Armada cuando tenía 25 años por la cicatriz que le dejó la guerra.

Ernesto vive en Punta Alta, y aunque Graciela es oriunda de Huinca Renancó, al sur de Córdoba, reside desde hace algunos años junto a su familia en la localidad pampeana de General Pico, donde trabaja como profesora de arte y además es fotógrafa. “Tengo el teléfono conectado con todas las redes. El sábado me llegó el correo de Ernesto. La sensación es inexplicable. Todavía de la emoción que tengo no puedo reaccionar”, dice a Telefe Noticias la mujer que le escribió a un soldado de Malvinas en 1982 y 34 años después recibió respuesta.

Graciela asegura que cuando vio el mensaje al principio sintió que no podía respirar de la alegría y que luego la emoción se transformó en palabras, con un texto que escribió en su muro de Facebook. Allí, en parte, recordó sus cartas durante la guerra. “Le escribía a los soldados con el único propósito de darle palabras de aliento en un momento tan particular. Por aquellos días tenía la fantasía de creer que una palabra puede ayudar, acompañar, no borrar el dolor, pero sí hacerlo más liviano”. Algunas líneas más abajo aparece la respuesta de Ernesto y su agradecimiento hecho caricia: “Tu carta me llenó de fuerzas como las demás para seguir adelante con mi vida. Después de mucho tiempo quiero decirte gracias por tus palabras”.

Todavía emocionado Ernesto habla de la importancia que significó ubicar a Graciela y poder agradecerle. “Ella se expresa hacia mí como héroe. Somos personas. Fue cumplir con mi trabajo”, dice con un tono de voz suave que expresa humildad. Luego se ilusiona con la posibilidad de un encuentro con la chica que le escribió cuando tenía 15 años. Graciela hace hincapié, al igual que Ernesto, en las palabras, en el detalle de conservar su carta y dice tan convencida como cuando le escribió a los soldados de Malvinas “que las palabras te hunden o te salvan”. “Fue hace 34 años, yo ahí tenía 15, el 23 de septiembre cumplo 50. Creo que en algún momento nos encontraremos. Esto fue impresionante, una alegría inmensa. Quiero que me cuente. Me gustaría saber más de él, que es el protagonista”.

A CONTINUACIÓN LA CARTA COMPLETA

28 de abril de 1982

Mi querido héroe:

Para ti de mi parte los mejores elogios los mejores honores. No tengo palabras para explicar lo orgullosa que estoy de que en este maravilloso país haya todavía gente como vos después de haber muerto el sargento cabral.
Esto quizás sea para vos una locura, para mí es un honor. Te diré que me llamo Graciela, tengo 15 años. Son pocos pero me alcanzan y me sobran para comprender tu maravilloso gesto.
Ernesto, te diré que pienso estudiar licenciarme en historia y quiero algún día poder explicarles a los alumnos el gesto del cabo enfermero Urbina (...)

La causa de esto tiene nombre y apellido y es Margaret Thatcher, una mujer sin escrúpulos que reclama algo que a nosotros legítimamente nos pertenece. Yo sé que quizás te sea imposible escribir a cada carta que te llega, pero por favor hace una excepción y escribime contándome la maravillosa experiencia que tuviste por favor te lo pido. Será para mí el orgullo más grande de mi vida.

Voy a un colegio comercial y el otro día hicimos una campaña para los soldados de la cual estuve a cargo. Juntamos muchísimas cosas y eso me puso muy feliz porque sé que va a ser de mucha utilidad. El otro dia escribí a radios extranjeras explicando por qué nosotros queremos las islas y también la desprotección de parte del gobierno británico hacia los habitantes de las islas “que ellos dicen suyas”, incluso le escribí a la señora Margaret Thatcher y a la BBC de Londres y también mandé una carta a Saint Mery Church en las islas.

Ernesto, dile a tu madre de parte de una argentina que está orgullosa de serlo y también orgullosa del hijo que tiene, y que hoy o tal vez el día 2 de abril a las 2 de la tarde para ella fue un inmenso dolor, como también lo fue para Cristina, Vanesa y Carina Giachino dentro de un tiempo sería un orgullo tan grande que me lo van a poder explicar, o quizás hoy a través del dolor que sientan ya lo estén viviendo por ejemplo cuando le dicen que tiene un hijo que es maravilloso, un amor, un superhéroe.

Ernesto, como te dije en un principio, hacé una excepción y escribime y me sentiré doblemente orgullosa de poder decir que escribía un joven que se le parece en todo al Sargento Cabral con la suerte de que este no perdió la vida.

Ernesto hasta la próxima carta, o sea, la tuya y espero que te repongas pronto.

Por favor escribime, para mí es muy importante.

Hasta pronto, Graciela.

Por Florencia Gagliardi | Twitter: @mfgagliardi.

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