Nordelta fue construido hace 18 años, y tiene entre 35 mil y 40 mil habitantes, estimó Clarín en marzo pasado. La desarrolladora estima que “en cinco años habrá 60 mil habitantes”, con una proyección final de “100 mil”. Actualmente al complejo ingresan unos 8 mil trabajadores por día.
¿Cómo llegan? Con mucho esfuerzo. Porque quienes viven allí no quieren que los empleados -en especial mujeres que hacen labores domésticas-, se puedan subir a las combis y pequeños micros para recorrer los caminos internos.
El Frente Renovador y el kirchnerismo impulsaron en el Concejo Deliberante local una ordenanza para que la línea de colectivos 723 pueda ingresar a los barrios privados, lo que permitiría a los trabajadores, y también a las personas que allí viven, poder trasladarse de manera económica.
Sin embargo, vecinos de esos barrios cerrados presionaron para que la normativa no saliera esta semana. Y el bloque de Cambiemos ayudó para que así fuera.
El oficialismo no logró reunir los dos tercios necesarios y la ordenanza no se trató sobre tablas y deberá pasar a comisiones.
Mientras tanto, quienes trabajan en Nordelta deberán seguir caminando varios kilómetros todos los días para llegar y salir de sus lugares de trabajo.
Comentarios