Portada  |  21 junio 2019

Amor sincero: el fin de la media naranja

El cuento de hadas se termina a la hora de las relaciones. En un nuevo capítulo de #Telefem hablamos del amor imperfecto.

Telefem

Ya desde pequeñas, las mujeres crecen entre relatos que dan cuenta de “príncipes azules” y “medias naranjas” como el camino asegurado hacia una vida feliz al mejor estilo “Romeo y Julieta”.

En este sentido no es de extrañar que cientos de chicas pasen de la infancia a la adolescencia “enamoradas del amor” a través de ideas tan arraigadas como que “el amor es para toda la vida”, que “el amor todo lo puede”, o que hay que “aguantar” pase lo que pase.

A simple vista parece inofensivo, pero todo ello se puede convertir en un combo peligroso a la hora de encontrar pareja. Se lo conoce como el amor romántico e impacta distinto en varones y mujeres.

“La idea de la búsqueda de una pareja, y especialmente, una pareja varón, que sea la definitiva y la que del sentido de la vida de una mujer por sobre todo lo demás. No es un tipo de amor, es un tipo de sujeción”, señala Tamara Tenenbaum, licenciada en Filosofía y autora del libro “El fin del amor”.

En suma, sostiene que a las mujeres “nos socializan para que el amor nos importe más, para que sea el centro de nuestras vidas”. “Eso es distinto frente a los varones a quienes se socializa para que el centro sea el éxito y el reconocimiento”, explica Tenenbaum.

Luciana Peker, periodista especializada en género y autora del libro “Putita Golosa” también pone en jaque la noción del amor: “Nos enseñaron que sin amor no éramos nadie. El feminismo revisa eso y te dice: ¡Pará! No sos una princesa, ni te falta una media naranja si no estás casada o de novia’”.

A lo largo de la vida de las mujeres, también aparecerán otras ideas fuertes como la fidelidad, la monogamia, los celos y la soltería. También le sucederá a los varones, aunque en menor medida.

Peker entiende que la mujer será valorada por aguantar todo con tal de mantener a su pareja mientras que, en los varones aguantar estará dado por la conquista múltiple.

“La presión social es mucho más grande por estar en pareja. Una mujer está dispuesta a soportar muchas más cosas para estar en pareja de las que estaría dispuesta a soportar un varón”, explica Tenenbaum.

“Vivimos el amor en función de esperar que el otro nos sea completamente fiel. Todo el tiempo estamos queriendo saber qué desea el otro. En ese sentido el amor romántico resulta un problema, es una manera de estar investigando todo el tiempo en qué anda el otro. Esto termina generando una pasión por saber que no haya nada del otro que esté más allá de mí, que termina siendo una forma de encarcelamiento en el vínculo”, dice Luciano Luterau, psicoanalista.

Al hablar sobre la monogamia, Tenenbaum señala que está asociada al éxito. “Todavía hay una importancia de la monogamia y de la pareja como paradigma de éxito. Los vemos en Instagram. Todos pensamos que eso es una pareja feliz y una pareja exitosa y que parte de tener una vida exitosa es un tener una pareja así, exhibirla”.

EL FIN DE LA "SOLTERONA"

La soltería también aparece como un “estigma” del que hay que escapar. Repercute tanto en hombres como mujeres en distinta medida. Luterau explica que sobre la mujer que ronda los 30 años empieza a pesar una expectativa social. “Una mujer que está sola es mirada con cierto desprecio, que tiene mal carácter, por qué nadie quiere quedarse con ella”, ejemplifica.

Sin embargo, el cuento de hadas se termina a la hora de las relaciones, de cómo mantenerlas, y cómo vivirlas en plenitud y más cuando sus integrantes tienen vidas independientes.

“La pareja es difícil y eso no tiene arreglo”, confiesa Tenenbaum. Como solución propone buscar maneras de mejorar la comunicación para poder transmitir mejor lo que uno desea. “Hay descentrar la pareja. Fortalecer otros vínculos como la amistad, la comunidad. Vivimos a veces en esta hiperinflación de la pareja. Así nunca puede sobrevivir una pareja. Es la única manera en que las parejas se salvan. No poniendo tanto peso en ellas ni pensando que es una tragedia cuando la pareja se termina o no funciona. Reconocer cuando una pareja no funciona y aceptarlo. Reciclar los vínculos. Sacarla de la jerarquía absoluta”, agrega.

Todos coinciden en que es una etapa de cambio y se están empezando a sincerar los vínculos. Ya no está mal hablar de aburrimiento, de infidelidad, de deseo. Tampoco es incorrecto repensar a las parejas y el rol de la mujer. “Podemos empezar a pensar en una mujer independiente que no necesita estar acompañada de un hombre para poder realizarse”, propone Luterau.

En este sentido Tenembaum sostiene: “Nos estamos sincerando cada vez más sobre nuestras formas de vida. Sin que necesariamente esto implique que la vida es más fácil y que ahora el feminismo nos va a salvar del sufrimiento y de la angustia que puede implicar tanto del intento de tener una pareja como de no tenerla”.

Sin embargo -para la autora de “El fin del amor”- estamos “cada vez más lejos de que la única forma de compartir la vida y la única forma de ser feliz es en pareja”. “No hace falta renunciar a la idea de la entrega en un sentido literal. No hace falta renunciar a la idea de vivir un gran amor o miles de grandes amores. Lo que se viene es que cada uno trate de entender mejor sus goces y vivirlos sin que nadie te juzgue”, completa.

Para Peker “no hay que asustarse”, sino por el contrarIo, “intentar volver a mirarse a los ojos y plantear cuáles son los deseos”, encontrando “puntos de encuentro”. “La pasión, el amor, el sexo, el deseo son motores hermosos, potentes que no tienen que ver con los mandatos que nos dijeron. Son deseos legítimos y genuinos. En la medida que podamos dialogar con varones que acepten tender puentes con ese deseo y disfrutarlo, la vamos a pasar mejor todos", concluye.

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