Portada  |  21 julio 2017

"Mis pechos nunca volverán a ser como antes", el texto de una mujer que fue madre y aprendió a aceptar su cuerpo

Volver a la rutina después de ser mamá suele ser difícil para muchas mujeres. El texto de Amalia resultó inspirador para muchas personas.

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Amalia Mustapha es inglesa, tiene dos hijos y escribió un texto -fuerte y sincero- que explotó en las redes sociales. La mujer, que se dedica a la salud mental, cuenta como hizo para aceptar su "nuevo" cuerpo, el desafío de volver a la rutina laboral y lo difícil que fue separarse de sus hijos. 

"Volví a trabajar después de haber estado seis meses con mis dos hijos todo el día. Emocionalmente, fue (y sigue siendo) duro, pero tengo el apoyo necesario para superar los inevitables problemas por los que pasan las madres. El cansancio no lo he llevado tan bien. Hay un montón de leyes que dan derechos adicionales a las madres en el trabajo. Otra cosa es que se puedan ejercer en la práctica cuando estás en mitad de una reunión, tratando de ser una mujer dura y necesitas desesperadamente sacarte algo de leche (tomando todas las precauciones necesarias para que hacerlo en el baño no afecte a sus condiciones higiénicas)", cuenta Amalia en un artículo que escribió para el sitio HuffPost

"Mi cuerpo de madre es perfectamente funcional. Ya no siento el dolor o el cansancio como antes (puedo aguantar las ganas de hacer pis durante una reunión de dos horas sin apenas inmutarme) y todo complejo que haya podido tener sobre como quedó mi panza al llevar la ropa formal del trabajo desapareció hace mucho. Las preocupaciones que tengo ahora son que mis pechos no goteen y no estornudar ahora que tengo el suelo pélvico más débil. Por suerte, ya no voy dejando mechones de pelo por ahí, aunque aún tengo el aspecto de una venus paleolítica con bolsas bajo los ojos y canas que se han multiplicado de forma inversamente proporcional a mis horas de sueño", se sincera la mujer.  

"Y, aun así, amo mi cuerpo de madre perfectamente funcional. Es una máquina capaz de cargar con dos chicos a la vez hasta arriba de una colina empinada, tiene un tacto capaz de calmar al instante a mis hijos, y ha aprendido a generar leche solo cuando mi nena está cerca y me ha dado las anécdotas más maravillosas de mi vida", cuenta Amalia. 

"Han pasado ya catorce meses desde el parto y por fin estoy empezando a encontrar tiempo para maquillarme por las mañanas. Mis pechos nunca volverán a ser como antes, pero no pasa nada. Gracias a que he descubierto lo útil y funcional que es mi cuerpo, estoy aprendiendo a ser más benévola con su aspecto". 

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