Portada  |  15 julio 2020

"Yo salí de la cárcel gracias al coronavirus", otro informe especial de Mauro Szeta

La pandemia deja a la vista los distintos escenarios para quienes delinquen y para sus víctimas: los que están con prisión domiciliaria; las víctimas de los delitos cometidos; y las víctimas de los reincidentes. Hoy te mostramos a los protagonistas de la controversial medida.

Investigaciones

La pandemia representa un problema para cientos de miles, pero una oportunidad para muchos. Diversos tribunales dispusieron el arresto domiciliario, libertades anticipadas y libertades condicionales a presos por distintas causas: tanto leves como graves. 

El 8 de abril pasado, el juez Violini ordenó que se dispongan prisiones domiciliarias a quienes hayan cometido delitos leves y que formen parte de grupo de riesgo. Los casos graves (desde robo calificado hasta homicidio y violación sexual) no estuvieron exentos de esta “consideración”. Se estableció que dichas causas sean revisadas por cada juez competente.

En estos últimos meses, presos acusados por venta de estupefacientes, robo, violencia de género, violación sexual, homicidio (entre otros) lograron beneficios. Varios agradecen a la pandemia, como una oportunidad para recuperar cuotas de libertad.

En estos últimos meses, también, los presos se amotinaron y protagonizaron imágenes que causaron conmoción. Reclusos de penales de todo el país presionaron para buscar los beneficios de la pandemia, así como también mejoras sanitarias dentro de las cárceles.

Desde mediados de abril, los celulares de varios abogados penalistas explotaron de llamadas y mensajes desde adentro de las cárceles. Cientos de reclusos pedían ayuda, y preguntaban si “había alguna chance de sacar un beneficio”. Buscaban la oportunidad de salir, y sabían que quizá podían hacerlo.

Gustavo y Noelia tuvieron la ventaja de la pandemia. El primero fue acusado por venta de estupefacientes, tuvo 40 personas a cargo y llegó a ganar $100.000 pesos por día. Hoy está en su casa sin pulsera electrónica ni control policial adecuado. Noelia estuvo 4 veces presa, en su historia delictiva el robo calificado fue predominante. Llegó a estar prófuga, y hace unos años organizó un motín dentro del penal donde secuestró a dos policías. Por su última causa le dieron 10 años de prisión. Ahora vive en su domicilio, tampoco tiene pulsera electrónica y admite que a veces sale de su casa.

Quienes obtuvieron este tipo de beneficios remarcan el peligro y riesgo de contagio en la cárcel, lo cual es cierto. Pero ahora ubiquémonos en otra perspectiva: las víctimas de los delitos cometidos. Tienen miedo, impotencia y reviven su dolor.

En una calle de Burzaco hay 3 casas. A la derecha, la vivienda de una víctima de violación y su familia. Tiene 13 años y todavía no entiende bien lo que le pasó. A la izquierda, a una casa de por medio, el domicilio del violador, Pedro Olmos, de 68 años. El sí entiende lo que pasó.

Era el cumpleaños de su nieto, y M. (en ese entonces con 12 años) fue una de las invitadas. En pocos minutos la agarró, le tapó la boca y la llevó para el cuarto del fondo. Olmos logró la domiciliaria, junto con tantos otros criminales. Por el trabajo del abogado de la familia el recurso fue revocado, pero en cualquier momento lo puede tener de nuevo, alegando ser persona de riesgo, lo cual no fue comprobado médicamente. Están aterrados.

Hay otro tipo de víctimas en esta cuestión. Las víctimas de los reincidentes, de aquellos que lograron la domiciliaria, pero salieron de sus casas para robar nuevamente. Julio y Cristina viven en Don Orione, son dueños de 3 panaderías. Un preso que había estado detenido en La Plata por robo tuvo domiciliaria por riesgo de covid y entró a robar en uno de los locales, a mano armada. Se llevó todo el dinero de la caja, como también un celular y una cartera. Los dueños están cargados de impotencia. Saben que quienes tienen prisión domiciliaria cuentan con pocos controles policiales, y ellos resultaron ser víctimas de ese descuido.

Te mostramos todas las campanas de esta situación: quienes están hoy con prisión domiciliaria; las víctimas de los delitos cometidos; y las víctimas de los reincidentes. En este círculo hay una cuestión innegable: la pandemia ha sido un pesar para muchos, pero para algunos resultó ser una ventaja, y hoy le dicen "gracias".

Texto: Michelle Mendeluk 

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