Portada  |  15 mayo 2018

Revelan dos páginas inéditas del diario de Ana Frank en el que la chica mostraba su curiosidad por el sexo

Con tachones y papeles pegados encima resultaba imposible leerlas. Hasta ahora. Gracias a un procedimiento fotográfico digital, la fundación que lleva su nombre en Amsterdam presentó unos pasajes en los que la adolescente, de 13 años, se preguntaba qué haría si alguien le pidiese que le instruyese "sobre asuntos de sexo".

Internacionales

Las páginas 78 y 79 de Kitty, el nombre dado por Ana Frank a su primer diario, con tapa de cuadros rojos, que recibió el 12 de junio de 1942, por su cumpleaños, eran un enigma.

Con tachones y papeles pegados encima resultaba imposible leerlas. Hasta ahora. Gracias a un procedimiento fotográfico digital, la fundación que lleva su nombre en Amsterdam presentó unos pasajes en los que la adolescente, de 13 años, se preguntaba qué haría si alguien le pidiese que le instruyese "sobre asuntos de sexo". "¿Cómo iba a hacerlo? Esta es la respuesta", escribe. Son reflexiones propias de su edad que arrojan nueva luz sobre su personalidad.

Ambas páginas fueron descubiertas en 2001, cuando fueron escaneados todos los manuscritos de Ana Frank. Están fechadas el 28 de septiembre de 1942, cuando llevaba dos meses oculta de los nazis junto con su familia y otros tres amigos de sus padres. Todos vivían en la parte de atrás de una casa de los canales de la capital holandesa y en noviembre llegaría otro conocido. A pesar de la situación, “Ana no pierde la curiosidad de los adolescentes sobre la sexualidad”, según Ronald Leopold, director de la fundación.

Y como la chica tenía dotes para la escritura, mezcla bromas sobre lo que imagina que puede estar pasando fuera con sus anhelos más íntimos. En la primera página, anuncia que piensa "plasmar bromas obscenas". Como esta: "¿Sabes por qué hay chicas de las Fuerzas Armadas alemanas en Holanda? Para servir de colchón a los soldados". La burla produce cierta incomodidad, dada la ocupación nazi del país, pero muestra que Ana era una niña como las demás. "Este tipo de chanzas sucias son clásicas de su edad, y es imposible evitar una sonrisa al leerlo", asegura Frank van Vree, director del Instituto para el estudio de la Guerra, el Holocausto y el Genocidio (NIOD, en sus siglas en neerlandés), que ha colaborado en el trabajo.

Con la sexualidad, Ana se pone seria. En la segunda página se hace la pregunta del principio. ¿Cómo podría responder ella a una pregunta sobre sexo? Luego analiza la llegada de la regla, hacia los 14 años, y sus consecuencias, un tema que aparece en otro momento del texto. "Es un signo de que una chica está lista para tener relaciones con un hombre. Pero eso no se hace antes del matrimonio. Después, sí. También se puede decidir [a partir de entonces] si se quiere tener niños o no. Si es que sí, el hombre se echa sobre la mujer y deja su semilla en la vagina de ella. Todo sucede con movimientos rítmicos”. Cuando la pareja decide evitar los niños, “la mujer toma medidas internas y eso ayuda”. “Puede fallar, claro, pero si de verdad quieres hijos, a veces no es posible. Al hombre le gustan estas relaciones y las desea; la mujer algo menos, pero también”.

La prostitución y la homosexualidad aparecen asimismo en estas páginas, con ingenuidad. “Si los hombres son normales, van con mujeres. Por la calle, hay mujeres que hablan con ellos y entonces se van juntos. En París, hay casas muy grandes para eso. Papá ha estado allí. El tío Walter no es normal. Hay chicas que venden esta relación”.

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