La pareja David y Louis Turpin, acusados de mantener cautivos y torturar a sus 13 hijos de entre dos y 29 años, declarasrá el jueves ante un tribunal, según confirmaron este martes medios locales.
Los esposos Turpin fueron detenidos el pasado domingo después de que una de sus hijas lograra escapar y diera aviso a la policía de lo que estaba sucediendo. Según los oficiales que atendieron el caso, la joven tenía 17 años pero aparentaba en torno a 10.
Al llegar a la casa ubicada en la ciudad de Perris, en California, los policías encontraron en condiciones de suciedad y desnutrición a las 10 mujeres y tres hombres, varios de ellos amarrados a la cama con cadenas.
Kimberly Milligan, quien vive justo enfrente de "la casa del terror", dijo que cuando se mudó al lugar solía ver a la mujer afuera de la casa con una nena, pero que con el tiempo dejó de ver a la menor. Andria Valdez, otra vecina, explicó que había visto a los chicos alguna vez, pero que "sólo salían de noche". "Eran como vampiros, muy pálidos", agregó, según Los Ángeles Times.
Los hábitos de la familia no sólo eran nocturnos, sino extraños. Wendy Martínez, otra mujer del barrio, recordó haber visto en octubre de 2017 a cuatro de los chicos en el frente de la casa, pálidos y "demacrados".
"Estaban de rodillas, dando vueltas sobre el pasto. La mamá estaba parada en la entrada, como custodiándolos. La saludé y ninguno de ellos se dio vuelta ni a mirar, como si les hubieran ordenado que no hablaran con nadie", dijo la mujer y añadió: "Todo lo relacionado a esa familia era extraño. Me solía preguntar por qué, si había tantos nenes en la casa, nunca se los veía salir a jugar. Uno se daba cuenta de que algo mal andaba, pero nunca algo tan grave".
Otros vecinos aseguraron haber visto a los chicos revisando tachos de basura en busca de comida.
Otros que brindaron más información para entender el estilo de vida de los Turpin fueron James y Betty Turpin, los abuelos de los niños. Manifestaron estar "shockeados" por la noticia. Los abuelos, que viven en el estado de West Virginia, manifestaron que no habían visitado a su hijo en cinco años, aunque sí habían hablado por teléfono con él y su mujer. Nunca con los chicos.
Los abuelos revelaron que los menores no iban a la escuela, sino que recibían educación en su casa por parte de su madre, y que la familia era "muy religiosa". De hecho, los padres obligaban a los chicos a aprender largos pasajes de la Biblia y que incluso los incitaban a memorizar todo el texto religioso.
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