Durante el viernes, el Metro de Santiago, eje del transporte de la capital chilena, fue objeto de una serie de violentas protestas en rechazo a la suba de tarifas.
Sustentado en el alza en el precio del petróleo, el dólar y la modernización del sistema, el valor del pasaje quedó en 830 pesos (unos 1,17 dólares).
Las manifestaciones que paralizaron tres de las principales líneas fueron convocadas a través de las redes sociales bajo la consigna de #EvasiónMasivaTodoElDía.
Miles de personas, principalmente estudiantes, se reunieron para derribar las rejas de entrada a las estaciones, destruir las vallas y sobrepasar los controles de acceso.
El nivel de violencia de las manifestaciones aumentó significativamente y la policía reprimió los ataques con chorros de agua y gas lacrimógeno.
El resultado fue la parálisis total de las operaciones de las líneas 1, 2 y 6.
Por el cierre del subte, el sistema de colectivos de la ciudad se vio saturado y muchas personas debieron circular a pie intentando evitar los enfrentamientos.
Las protestas dejaron un total de 133 detenidos y daños valuados entre 400 y 500 millones de pesos.
"Este afán de destruirlo todo, no es protesta, es delincuencia", afirmó este viernes Piñera.
Por su parte, el sindicato de Profesionales y Técnicos del Metro aseguró que no están dadas las condiciones mínimas de seguridad para los trabajadores.
"Se le fue de las manos al Gobierno de Chile, que sigue mirando esto de forma superficial, y no del fondo", denunció el sindicato en su cuenta de Twitter al anunciar el cierre de las primeras estaciones.
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