Portada  |  14 junio 2015

Así se prepara la NASA para conquistar Marte

Para ir al planeta rojo, además de una buena nave y de un robot asistente, se necesita entrenamiento físico, mental y psíquico. En el Lyndon B. Johnson Space Center, el edificio Sonny Carter tiene un Laboratorio de Flotabilidad Neutral.

Internacionales

Todo arranca con un sacudón. El cuerpo intenta mantener una posición cómoda, pero no hay caso. Como si fuera una función de teatro negro, aparece un fondo estrellado y se ve cómo la Tierra va quedando cada vez más lejos, chiquita, azul.

El vértigo hunde el estómago y la cabeza empieza a moverse al ritmo de un camino que parece empedrado: en realidad, una especie de túnel por donde se viaja hacia el infinito y más allá. Al final se ve la luz y el recorrido termina con un espectáculo único. Saturno, con la belleza de sus anillos, desplegada en 3D. Bienvenidos a la NASA.

Las puertas de la nave de simulación se abren y, de nuevo en la Tierra, la sonrisa y los datos que comenta nuestro anfitrión Steven Goodwin en el Space Center (una suerte de Disneyworld espacial) son el aperitivo ideal para lo que viene después: una visita a la Agencia Espacial Estadounidense, la verdadera NASA, la del Hombre en la Luna; la del Curiosity, el robot en Marte; la que envía sondas, como la Voyager, a los confines del Sistema Solar. La de tantas fantasías en quienes creen que la exploración espacial es uno de los brazos, tal vez el más fuerte, de la ciencia del siglo XXI.

Otra nave que va. La Orion es la nave que llevará a la primera tripulación humana a Marte. En la sede de Houston, los astronautas cuentan con una réplica exacta para ensayar en ella como si estuvieran en el espacio. La atesoran en el Space Vehicle Mockup Facility, un hangar gigante donde los astronautas pueden experimentar, como en vivo y en directo, la vida en la Estación Espacial Internacional, la conducción de una nave Soyuz o Dragon, o subirse y entrenar en la niña mimada de estos días: la Orion.

Es un módulo que homenajea a los que se usaron en la Misión Apolo porque, de afuera, se ve exactamente igual. El diseño se repite porque, más allá del homenaje, dio buenos resultados. El 5 de diciembre del año pasado fue probada con éxito, llegó a los 5.800 kilómetros de altura y luego regresó a Tierra. Fue una prueba superada. En 2030 irá a Marte.

Para ir al planeta rojo, además de una buena nave y de un robot asistente, se necesita entrenamiento físico, mental y psíquico. En el Lyndon B. Johnson Space Center, el edificio Sonny Carter tiene un Laboratorio de Flotabilidad Neutral. Es una pileta gigante, de 23 millones de litros (la más grande del mundo bajo techo), con réplicas de vehículos espaciales en su interior. Los astronautas trabajan allí para imitar de algún modo las condiciones que enfrentarían en el espacio exterior. Hacer tareas bajo el agua es lo más parecido, en la Tierra, a la gravedad cero.

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