Portada  |  19 enero 2018

Alerta en Brasil por fiebre amarilla

Los casos se multiplicaron desde mediados del año pasado, por eso Brasil dejaría de exportar vacunas y podrían faltar dosis en otros países. La mayor productora mundial de vacunas contra la fiebre amarilla, el laboratorio público brasileño Bio-Manguinhos, dio a conocer ayer su decisión de suspender las exportaciones al resto del mundo.

Internacionales

En una entrevista a medios locales el director de la institución Mauricio Zuma declaró: “Tenemos pedidos de las Naciones Unidas, pero no vamos a atenderlos. Si hubiera un aumento de la producción, será para atender las necesidades de Brasil”.

El experto indicó que para 2018 está previsto fabricar 48 millones de dosis, una cantidad inferior a la de 2017 cuando se entregaron 60 millones. Evaluó que hay “alguna posibilidad” de aumentar la cantidad de unidades “pero eso no se consigue rápidamente”. La última exportación que realizaron desde ese laboratorio fue el año pasado cuando a pedido de la OMS enviaron 3 millones vacunas. Según Zuma “la situación comenzó a cambiar y agravarse hacia fin de año. Nos tomó de sorpresa”.

Los casos se multiplicaron desde mediados del año pasado: medido desde el 1o de julio de 2017 hasta el 14 de enero último, hubo 35 personas que contrajeron la fiebre y de ellas murieron 20, prácticamente 60%. En total hubo 470 sospechas de la dolencia, de las cuales se descartaron 290 y otras 145 continúan en investigación. Fueron confirmadas, en tanto, 411 epizootias (monos infectados muertos).

Lo cierto es que la propagación de la dolencia, que llevó a la Organización Mundial de la Salud a declarar “zona de riesgo” al estado provincial de San Pablo, parece afectar ya las ciudades balnearias. Es el caso de San Sebastián que incluye playas como Maresías. Allí se encontró el miércoles un mono muerto en la entrada de una reserva selvática próxima. Los resultados para establecer si realmente fue por causa de la fiebre amarilla demoran 30 días, indicaron las autoridades sanitarias. Pero al trascender la noticia, a través de los medios periodísticos, hubo una avalancha de residentes de la región que se aglomeró en los puestos de salud para recibir la vacuna. Esto ocurrió también en Ubatuba (un lugar que suele ser frecuentado por el turismo argentino) y en Caraguatatuba. En los hospitales de esos municipios se informó que no cuentan con disponibilidad de dosis como para inmunizar a los pobladores. Indicaron que están apenas abastecidos con las vacunas suficientes como para aplicar en aquellos que viajan hacia regiones “con la enfermedad ya declarada”.

Desde muy temprano, en la madrugada, los paulistanos llegan a los lugares de vacunación de sus barrios. Pero la mayoría vuelve sin la inmunización. Ocurre que estos puestos han visto duplicarse la demanda en los pocos días que lleva 2018. “Antes atendíamos 200 personas y ahora llegan a 600” indicaron a esta corresponsal en uno de los sitios. Por eso el gobierno paulista decidió implantar la vacunación de una dosis fragmentada en tres partes. Las autoridades sanitarias brasileñas afirman que ese fraccionamiento de la vacuna sigue los patrones establecidos por la OMS.

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