Portada  |  17 abril 2019

"Yo maté y ni siquiera sé a cuántos": otra confesión con Mauro Szeta

Robaba colectivos repletos de pasajeros y recuerda haber baleado a un chofer que se negó a dejarla bajar luego del saqueo.

Informes Especiales

Mirta Elisabeth Isasi, también conocida como “La Pelada”, tiene 40 años y actualmente está presa por tenencia de armas. Tiene más de 14 condenas anteriores: homicidio, robos y lesiones graves a una policía.

Nació en Villa Jardín, en la localidad bonaerense de Lanús y se crió con sus abuelos hasta que la madre, mejorada de sus adicciones, comenzó a hacerse cargo de ella. Tiene una hermana 21 años menor.

Mirta concurrió a una escuela privada hasta que a los 12 años que decidió abandonar el colegio y comenzó a juntarse con una banda de chicos de la villa. Fue ella quien dirigía al grupo de pequeños delincuentes y era la única que estaba armada (se la había quitado a la madre que la tenía para seguridad). De esa banda de chicos es la única que quedó viva.

La primera vez que cayó detenida fue tras un robo en Valentín Alsina, le quiso disparar a un policía y la bala nunca salió. Quedó un mes en una comisaría.

Recuerda que robaban todos los días, los chicos del grupo iban siempre drogados: eran adictos a las pastillas y a la cocaína.“A mí no me faltaba nada, de verdad no sé por qué robaba”, dice. De los pequeños robos pasaron a robar camionetas en Puente La Noria. “Tirábamos ramas para que los autos tuvieran que parar, cuando se detenían los bajábamos a pistolazos”.

A los 14 años ya tenían un aguantadero. Una vez llevaron un taxista que había ido a la villa a tomar cocaína, el hombre no quiso pagar por la droga y lo terminaron moliendo a palos entre todos, uno de esos golpes lo terminó matando: el cuerpo lo escondieron en un placard y ahí estuvo dos meses.

A los 17 años quedó detenida en un Instituto de Menores. Al poco tiempo de salir empezó a robar de modo piraña. También comenzó a ir a los recitales y estadios de futbol para hurtarle a los espectadores. Recuerda en especial ir a los recitales de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y robar a todo el que se le cruzaba. Para esa época empezó a relacionarse con la barrabrava de Independiente.

Foto: El análisis de la criminóloga Laura Quinones Urquiza.

Robaba colectivos repletos de pasajeros y recuerda haber baleado a un chofer que se negó a dejarla bajar luego del saqueo. A los 22 años mató a un vecino del barrio donde vivía de una puñalada por un cigarrillo. “Estaba drogada y venía amanecida, yo en esa época venía mecheando ya no robaba de caño; una vez que el tipo cayó muerto la agarré a mi vieja y le dije que me tomaba el palo porque había matado al Malevo”, recuerda.

En la cárcel se peleó muchas veces a facazos. “Antes las peleas eran una contra una, ahora te agarran de a diez; los códigos se terminaron”, dice. Se enamoró muchas veces de otras internas y tuvo varias parejas. Llegó a autodenunciarse por un robo para poder quedarse con su pareja en prisión.

Asegura haber matado cinco personas más en el transcurso de estos años, pero nunca fue imputada por eso. “De verdad no sé cuánta gente maté, dejé mal herida muchas personas que se quedaron tumbadas y yo salí corriendo y no supe más nada”, cuenta sin inmutarse.

Tiene los brazos todos tajeados. Se define como "impulsiva" y recuerda que se "cortaba" para no llorar y liberar el dolor. Dice que ya está grande y que perdió 20 años de su vida en prisión. Tiene tres hijos y dos nietos. “No verlos es lo que me mata”, asegura.

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