Portada  |  10 julio 2019

"Yo la entregadora", una nueva confesión con Mauro Szeta

Se presentaba como vendedora de productos de belleza, pero cuando las víctimas caían en la trampa entraban en acción sus cómplices. Está detenida por homicidio simple en ocasión de robo.

Informes Especiales

María Teresa Lacaba Brunetti tiene 30 años y está condenada por homicidio simple en ocasión de robo. Firmó un abreviado de 9 años y lleva 7 detenida.

Nació y se crió en Pergamino, su papá trabajaba en el campo y su mamá era ama de casa. Era la mayor de cuatro hermanos. “Yo tuve una buena crianza, pero a veces uno elige el camino más oscuro”, recuerda.

Fue al colegio hasta los 14 años y a los 15 años quedó embarazada de su novio, que robaba. “Mi papá me decía todo el tiempo que este pibe no era bueno para mí, pero yo no lo escuchaba; ese tipo me llevó a la ruina”, dice con rencor.

Con el tiempo comenzó a acompañarlo. “A mí me usaban por la presencia, yo era la que tocaba el timbre y ellos después aparecían y apretaban”, cuenta. “Yo a esa altura ya sabía tirar, él me había enseñado a usar todo tipo de armas”, recuerda. María Teresa nunca trabajó.

Durante una entradera, le pidieron que ella tocara el timbre pero también que “ajustara” al dueño de casa. Sabían que adentro había 250 mil pesos y cinco kilos de marihuana, el damnificado era un transa. Se hizo pasar como compradora y cuando le abrió sacó el arma y entraron. “Cuando entramos, nos olvidamos que adentro estaba la novia del tipo, ella se escondió debajo de la cama, y en la adrenalina no la vimos; cuando la victima quiso agarrar un revolver que tenía en un cajón, yo saqué el chumbo y le metí dos tiros”, era la primera vez que tiraba a alguien, pero sabía dónde tirar. Cuando dieron vuelta el cadáver estaban los dos agujeros en la espalda.

“Una vez que estábamos afuera corriendo, nos dimos cuenta que la mina se había escondido y gritábamos: dejamos viva a la mina, dejamos viva a la mina”, recuerda. El novio se huyó al Chaco y el compañero con quien entró en la casa estuvo dos días prófugo y se entregó.

Ella estuvo prófuga 15 días y por recomendación del abogado se terminó entregando en un lugar público. “La verdad no siento culpa de nada, porque era mi vida o la de él, el tipo era un arruina gente”, dice con cierta jactancia. El novio quedó absuelto porque el padre pagó y demostró que no estuvo adentro de la casa y el cómplice la acusó a ella de ser la autora material; fue la única que quedó detenida.

En la cárcel es conocida por su bravura. “A mí me quisieron cortar la cara por linda, me apuñalaron varias veces, pero nunca fui gato de nadie, siempre me paré de manos. Yo era de terror, no me cabían las minas que le pegan a las doñas (presas de mayor edad que no tienen vida delictiva), ni tampoco las antichorras; una vez le quisieron pegar a una doña y yo me metí y la cagué a trompadas”, asegura con orgullo. La compañera de pabellón concuerda con su relato, “acá la respetan porque se pelea con cualquiera, se ha llegado a pelear con hombres en el sum”.

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