Portada  |  13 agosto 2019

"Yo hacía el cuento del tío": otra confesión con Mauro Szeta

Jorge Ivanoff, preso por extorsión, hacía secuestros virtuales hasta que lo detuvieron el 3 de mayo de 2016. "Sigo en la cárcel porque soy gitano".

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A Jorge Guillermo Ivanoff le dicen "El Gitano" y está procesado por extorsión y tentativa de extorsión. Lleva tres años y dos meses detenido.

Es miembro de la comunidad gitana y primo del padre del chico que atropelló a un ciclista y luego chocó inconsciente con un auto en avenida Beiró. Dice que sus hijos estuvieron con él en el cumpleaños al que asistió.

Nació y se crió en Floresta, su padre trabajaba con empresas metalúrgicas, les vendía herramientas de corte. Su madre era ama de casa. Tiene cuatro hermanos, él es el mayor. Hizo el colegio sin problemas y ya finalizando la escuela comenzó a comprar y vender autos. La crisis del 2001 lo golpeó fuerte, perdió una casa y tuvo que irse a vivir a Posadas con sus cinco hijos.

En Misiones se hizo amigo de un rosarino que compraba y vendía autos, su rubro. Sin embargo, había algo que dice que no sabía: su nuevo amigo era parte de la banda narco que competía con Los Monos por el monopolio de la droga en el Litoral, Los Arriola, y en los autos que transportaban llevaban droga.

Todo cambió el día que, durante un operativo, desarticularon la banda y él también cayó preso. "Cuando se comunicaban hablaban de zapatillas y pantalones según el tipo de droga que enviaban en los autos, yo estaba en las escuchas, pero no tenía nada que ver. A mí me involucraron por ser gitano, no declaré nunca por miedo a que me mataran adentro y me comí 8 años. Cuando salí no tenía un centavo en el bolsillo, pero había aprendido un par de cosas estando en cana”, contó.

En su estadía en la cárcel observó cómo hacían desde adentro los secuestros virtuales, veía que era sencillo y que sus compañeros de esa manera obtenían los números para la recarga de las tarjetas telefónicas, algo que en prisión es plata. “Llamabas al azar y le decías que tenías al pibe y lo ibas llevando, por la desesperación te terminan pasando ellos mismos todos los datos. Si por ejemplo te contestaba que no tenía un hijo, le decía: te hablo de tu hija no te hagas el pelotudo; o si no tenía hijos era un sobrino, y así entraban como caballos.”

En la calle volvió a vender autos, pero decidió empezar a hacer secuestros virtuales esporádicamente. “Yo no lo hacía todos los días, sólo cuando estaba apretado”, dice. “Hacía lo mismo que vi en la cárcel: llamaba, se asustaban, pero ahora en vez de comprarte tarjetas telefónicas, te sacaban la plata en un bolso a la puerta de la casa o te la tiraban por el balcón. Sacaba casi 30 mil pesos por robo, éramos tres en la banda. Ojo, nunca apreté con fierro, mi arma era el teléfono”, se jacta.

Cayó en la localidad de Alberti el 3 de mayo de 2016. “Teníamos la idea de robar ahí, porque en los pueblos chicos es más fácil, llamás y a los 10 minutos pasás por la puerta de la casa”, relató.

La policía los detuvo al voleo por tener un auto desconocido en el lugar. “Por ser gitano me pusieron todos los robos que se hicieron en Mercedes, Chivilcoy y alrededores, nos exigieron que devolviéramos la plata, de robos que no cometimos, a todas las víctimas. Tuvimos que poner 240 mil pesos y quedamos detenidos igual. Él único de los tres que está en la cárcel ahora soy yo porque soy gitano.”

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