Portada  |  17 septiembre 2018

Los negligentes: el barrio que dejaron morir en Berazategui

En el 2009 comenzó el proyecto de un plan de viviendas en el barrio Kenedy Norte de Ranelagh, municipio de Berazategui. Allí se construirían 300 viviendas que serían adjudicadas a las personas que más lo necesiten pero nada de eso se concretó. Los vecinos siguen esperando que alguien les de una solución.

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Este proyecto contaba con la financiación y ejecución del ministerio de Obras públicas de la Nación, con el apoyo de la Provincia de Buenos Aires y del Municipio de Berazategui.

A mediado del 2014 el proyecto fue abandonado con el 87% de la construcción finalizada. ¿Qué pasó? Faltaban las conexiones de los servicios públicos, agua, luz, gas, cloacas, etc. Sin embargo, esas casas quedaron casi listas, pero nunca fueron entregadas.

El equipo de Telefe Noticias llegó al barrio y allí se encontró con una enorme tristeza de los vecinos. Muchos de ellos viven en condiciones de extrema pobreza y muchos otros están decepcionados porque el barrio que se estaba construyendo quedó destruido. Los techos son inexistentes, las puertas y las ventanas, que ya estaban colocadas, desaparecieron. La basura y las ratas encontraron el lugar perfecto para asentarse en este enorme predio de Berazategui.

En el predio ya hubo 3 tomas en estos años, en todos los casos fue gendarmería quien no les permitió el ingreso.

El barrio está rodeado por el arroyo Las Conchitas, esto provoca que muchos de los chicos que viven allí padezcan infecciones en la piel y en los pulmones. Las casas son de madera y chapa, los pisos de tierra, en el mejor de los casos algunos cartones que ayudan a que la humedad no los haga sentir tanto frío.

Mario vive en el barrio desde hace varios años, lo describe como “un basural”. Desde hace unos años vio como día a día esas casas iban tomando forma, soñó con que algún día podría irse a vivir ahí con su familia en mejores condiciones de las que están hoy en día. Todo su sueño quedó en la nada. Hoy está muy cerca el nacimiento de su primer hijo y sigue viviendo en las mismas malas condiciones que hace años.

Bárbara vive con su familia en una casa que le prestaron. Cada vez que sale de su humilde vivienda se encuentra con el contraste de poder criar a sus hijos en un lugar mejor, resguardados del frío y de la lluvia, pero es sólo una ilusión que espera que algún se haga realidad.

Ricardo, vive del otro lado del barrio. También fue testigo de la construcción de estas viviendas por aquellos años, “había muchas personas trabajando acá, pero de a poco fueron quedando menos hasta que un día no vino más nadie”. Siente bronca y decepción, quiere que esa inversión que alguna vez se hizo hoy pueda terminarse y servir de hogar para muchas personas que viven en condiciones muy precarias.

Como dicen ellos estas casas estaban para darse, pero las dejaron morir.

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