Portada  |  17 enero 2019

Contratado por un día: Roberto Funes Ugarte se prueba como lavacoches

Quienes están registrados cobran un sueldo de 16 mil pesos, pero los que están en “negro” perciben entre 250 y 300 pesos por día.

Informes Especiales

Con cera o sin cera. Con tapizado o sin tapizado. Con repaso del motor o sin repaso del motor. Full o básico. La jerga del mundo de los lavaderos de autos es conocida. Lo que casi no se conoce es cómo es la vida de los miles de hombres que se ganan la vida con uno de los trabajos más sacrificados y, sin embargo, peor retribuidos.

En una nueva edición de Contratado por un día, Roberto Funes Ugarte vivió en carne propia lo difícil que es ser uno de ellos, que forman parte del último eslabón de la precariedad laboral. Es que haga frío o calor, sea la primera hora de la mañana o la última de la tarde, están siempre mojados y deben cumplir extenuantes jornadas que, en muchos casos, superan las diez horas.

Sus historias se repiten. Por lo general no cuentan con estudios secundarios, provienen de los barrios más humildes del Gran Buenos Aires y algunos también tuvieron problemas de adicciones. En ese contexto, convertirse en lavacoches termina siendo la única opción para tener, aunque sea, un trabajo y un ingreso mínimo. Demasiado mínimo.

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Quienes están registrados cobran un sueldo de 16 mil pesos, pero los que están en “negro” –nada más y nada menos que el 70% de los 7 mil empleados del sector que, según se estima, hay en Capital y el Gran Buenos Aires- perciben entre 250 y 300 pesos por día.

Ni siquiera sumando las propinas –unos 200 pesos por semana- redondean 10 mil pesos al mes. Y eso siempre y cuando el clima y la salud los acompañen. Es que los días que llueve no cobran y si faltan, aunque sea por enfermedad, tampoco.

Atilio Krenn, presidente de la Cámara Argentina de Lavaderos Automáticos y Manuales de Automóviles (CALAMA), se queja de que de los aproximadamente 800 lavaderos que hay entre Capital Federal y el Gran Buenos Aires, el 75% no está registrado o, como mínimo, evade impuestos que le permite ofrecer precios mucho más bajos y competir ilegalmente.

De ahí que las condiciones laborales de la mayoría de los empleados sean tan precarias. Para lavar un auto gastan unos 25 litros de agua. Pero lo que más consumen no es agua. Es su propia energía. Se trata de un trabajo intenso, con mucho desgaste físico y en el que casi no tienen descansos.

Por día lavan, en promedio, 50 vehículos. Y si a eso se suma el permanente contacto que tienen con el agua, se explica por qué, con el paso del tiempo, sufren todo tipo de problemas de salud.

Cada tanto la rutina se quiebra con alguna situación curiosa. Como cuando encuentran ropa interior debajo de los asientos, preservativos usados, rastros de diversos consumos de droga y hasta casos de gente tan olvidadiza que deja miles de dólares en el baúl del auto.

Son pequeñas anécdotas, un respiro en medio de un trabajo duro y mal pago. Un trabajo amargo. Con o sin cera.

Texto de Pablo Kuperszmit.

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