Portada  |  31 octubre 2019

Contratado por un día: Roberto Funes Ugarte se prueba como "pocero"

Su trabajo es de los más rudimentario. La única herramienta que tienen es una pala. ¡Bah! Y el cuerpo. Sobre todo, el cuerpo. Y en especial la espalda. Así se ganan la vida los poceros que instalan piletas.

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Y en una nueva entrega de Contratado por un Día, Roberto Funes Ugarte vivió la experiencia de ser uno de ellos. Se sumó a una cuadrilla de la empresa Placer Urbano, de General Rodríguez, y tuvo que cavar la fosa para instalar una pileta de diez metros de largo por 3,40 de ancho.

Son horas y horas dándole a la pala para dejar el pozo donde luego se ubicará la pileta. Para tener una idea de lo que demanda el trabajo, con la tierra que extraen se llenan siete contenedores.

Ganan 1500 pesos por pileta instalada. Y en la temporada alta, que va de agosto de enero, trabajan unos 20 días al mes, ya que los días de lluvia se los pierden.

“El resto del año tenemos que tener otras changas. Muchos trabajamos de albañiles, de pintores, cualquier cosa que surja”, cuenta Cristian, uno de los ocho integrantes de la cuadrilla de poceros.

Tan duro es el trabajo que sufren problemas en las piernas, los brazos, las manos –sobre todo por las ampollas- y la espalda. Para ellos las piletas no representan un ícono de relax y placer como para el imaginario colectivo. Para ellos es todo lo contrario.

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