Portada  |  21 enero 2019

¿Cómo funciona la Comisaría de la Mujer?

Una cámara de Telefe Noticias fue testigo de qué protocolo se sigue cuando una mujer realiza una denuncia por violencia de género.

Informes Especiales

Formalmente son denuncias policiales. Pero para ellas son mucho más que eso. Son como gritos. Gritos de dolor. De desahogo. De miedo. De furia. De sed de justicia. Gritos después de años de silencio. Gritos que se escuchan todos los días en las comisarías de la mujer, donde se tramita la mayoría de los casos de violencia de género y abuso sexual.

Una cámara de Telefe Noticias estuvo en la Comisaría de la Mujer Lanús y fue testigo de cómo es el protocolo que se sigue cuando una mujer llega con la intención de denunciar un caso de violencia de género –de cualquier tipo- o algún abuso sexual.

“La verdad que desde que se conoció el caso de Thelma Fardin son muchísimas más las mujeres que se acercaron a la comisaría. Incluso algunas que hacía décadas que habían sufrido algún abuso y jamás se habían animado a denunciarlo”, contó la comisaria Myriam Mercado.

Y esto lo refrendan los datos del Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos. Según un informe proporcionado a Telefé Noticias, durante las dos semanas posteriores a la denuncia de Fardin se triplicó la cantidad de mujeres que se presentaron en las comisarías de la mujer y, aunque después decayeron, siguen siendo más que las que había antes.

Más fuerte aún fue la tendencia en la línea 0800-222-1717 contra el abuso infantil, donde en los días posteriores a la denuncia de la actriz, las llamadas crecieron un 1240%, de 16 a 214 por día, en promedio.

Pero detrás de esos números, hay vidas, mujeres de carne y hueso. Como Paula, quien tenía apenas 6 años cuando fue abusada por un primo mayor de edad. Por miedo, Paula lo calló durante 40 años. Ni el tormento de sus recuerdos que la persigue como una sombra fue suficiente para que lo denunciara. Es que la violación tiene principio, pero no tiene fin. Porque no hay día de la vida de Paula en que la imagen de los abusos no se le aparezcan.

Por eso cuando el 11 de diciembre se enteró de que habría una conferencia de prensa de actrices argentinas denunciando un caso de abuso, su cabeza “estalló”, según recordó. Y mucho más después de escuchar el desgarrador testimonio de Fardin.

Su reacción fue inmediata. Corrió hasta la computadora, ingresó a su cuenta de Facebook, buscó una foto de su agresor y la publicó con un texto en el que relataba los abusos que había sufrido.

Al día siguiente se presentó en la comisaría de la Mujer de La Matanza y contó su calvario. El caso estaba prescripto. Pero ahí se enteró de que contra su abusador había otras denuncias recientes que estaban en trámite. Su testimonio servirá, aunque sea, como un granito de arena más para resolver los otros casos.

Anabella no esperó años ni días. Tiene 19 años y es parte de la nueva generación de mujeres decididas a ponerle freno a una violencia machista que históricamente estuvo casi que naturalizada.

Esa violencia que padeció su madre, Susana, quien durante años soportó los golpes de su marido y jamás se animó a denunciarlo. Por eso cuando Anabella le contó que el novio la había golpeado por primera vez, Susana decidió acompañarla a la comisaría para que su hija no repita su misma historia.

Ivana, de 29 años, es otro ejemplo del cambio cultural presente en muchas jóvenes, esas que motorizaron el “Ni una Menos” y todas las luchas por la igualdad de género. Ivana fue abusada por su padrastro. Y la solidaridad que no encontró en su madre, que hasta defendió a su pareja, la obtuvo de su hermana menor, Lorena. Ella la acompañó cuando fue a la Comisaría de la Mujer de La Matanza a radicar la denuncia. O a pegar un grito desde las entrañas. Un grito de dolor, de desahogo, de furia. Pero, sobre todo, un grito para exigir justicia.

Texto de Pablo Kuperszmit.

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