Portada  |  11 diciembre 2017

Se compró la camiseta para el Mundial 78, la usó toda la vida y será su cábala para Rusia

Omar Olmedo cuenta la historia de su camiseta número 4 de la Selección y nos emociona a todos en el amanecer de una nueva Copa del Mundo.

Deportes

Por Miguel Bossio | @MiguelBossio

Compañero silencioso del sector Montaje de Telefe, Omar Olmedo es la excepción a lo que siempre suele ocurrir. Y más cuando se trata de la camiseta que la Selección va a usar en un Mundial. “¿Me la mostrás?”. “Imagino que me la vas a regalar a mí, ¿no?” “¿Me dejás que le saco una foto?”. “¿Te jode si me la pongo para hacer un videito?”. Las camisetas nuevas, tal vez por ser tan lindas como carísimas, son un imán que atrae a todo tipo de gente. Pero a Omar no se le mueve un pelo… Curiosos, fanáticos, mangueros, nacionalistas y/o cholulos se desviven por una camiseta, deliran si es la de Argentina y se ponen directamente locos de atar si es con la que vamos a jugar una Copa del Mundo.

En noviembre llegó al canal la pilcha oficial con la que Messi y compañía irán a Rusia 2018. La mostramos al aire, describimos su celeste pixelado y descubrimos su parecido a la camiseta de la Copa América 93. Hasta hicimos un acting con Nico Repetto en el Noti de la Gente:

-. Por supuesto, es un regalo para vos, Nico…

.- ¿De verdad? Mirá que en la tele yo sé que muchas cosas son de mentirita… Mejor te la devuelvo porque seguro la tenés que mostrar en los otros noticieros.

Nico la sabe lunga: efectivamente, la necesitábamos seguir mostrando en los demás programas. La celeste y blanca a estrenar -recién se usó en el 1-0 contra Rusia- pasó por mil manos, soportó mil selfies y estuvo puesta en cuerpos de maquilladoras, sonidistas, productores y demás oficios afines a la tele. Omar simplemente la miró a la distancia. La vio pasar a lo largo del día hasta que, de manera respetuosa, se acercó al finalizar uno de los noticieros. “¿Sabés una cosa, Miguel…? En casa tengo una que te va a sorprender: mañana te la traigo…”

Al día siguiente esperó el momento indicado y, en uno de los cortes, nuestro compañero abrió una bolsa donde, prolijamente doblada, reposaba una camiseta argentina. No era una celeste y blanca cualquiera: era “su” camiseta. De piqué, con cuello blanco, mangas largas, el 4 en la espalda y mucha historia por escribir.

Se acercaba el Mundial 78 y Omar era uno de los tantos pibes que jugaba al fútbol en Burzaco, más precisamente en un potrero del barrio San Miguel. Ahorraron plata durante varias semanas: llegaron a vender hasta huesos. Sí, huesos… Y una tarde cualquiera de ese año mundialista viajó junto a sus compañeros del equipo del barrio hasta Constitución. La misión: comprar un juego de camisetas. Por la fiebre mundialista, obviamente eligieron la de Argentina. No recuerda bien por qué fueron hasta Constitución. Tal vez en Burzaco, en esa época, no se vendían camisetas como las que usaban Kempes, Ardiles y compañía. Tal vez en Capital, en los alrededores de la estación de trenes, eran más baratas. Lo cierto es que encontraron y se llevaron ese uniforme que les duró mil partidos.

Todavía hoy rememora los picados contra otros barrios junto a Lula, la Gata (“era el mejor de todos”), Alcides y Galleta, que eran hermanos. También compartían apellido -en este caso, Toledo- otros tres jugadores del equipo: Moncho, Pistolo y el Pelado. Esa entrañable camiseta 4 soportó agarrones, lluvia, olor a chivo, pelotazos, barro y manchones en el pasto. No hizo la cuenta, pero cree que tiene más lavados a mano que goles propios. Casi 40 años después se nota algún que otro agujerito en la tela de piqué, pero se la ve realmente impecable. Como si fuera solamente de colección. Como si no tuviera más batallas que Mascherano. Como si de aquel local en Constitución hubiese ido a parar a un cuadro. No señor, ésta no estuvo en la pared: ésta hizo paredes con la Gata, con Galleta, con Pistolo…

Omar relata la historia de la camiseta, de “su” camiseta. Se emociona y nos emociona a todos. Posa para una foto. Y trae en su celular una vieja imagen de él agachado, estampa de crack, en un baldío del barrio San Miguel. No más preguntas, señor Juez: es la misma camiseta que nos muestra ahora, en el amanecer de un nuevo Mundial.

Es su primera y única camiseta: no recuerda haber comprado ninguna otra de la Selección argentina. Nos dan ganas de regalarle la de Rusia 2018, pero sabemos que la necesitaremos para hacer notas de aquí hasta el Mundial. Tal vez en Moscú logremos hacérsela firmar a Messi y, a la vuelta de la Copa del Mundo, se la regalemos a Omar. Igual, más allá de lo que hagamos o dejemos de hacer, ninguna otra tendrá el valor sentimental de la “4” hecha de piqué. Ésa fue, es y será “su” camiseta. Para él, no habrá ninguna igual…

 

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