Portada  |  10 agosto 2016

El perro porteño que esperó seis meses a su dueña: una azafata alemana

Lo que jamás habría imaginado Olivia es que semanas más tarde, en su siguiente visita, el perro continuaría esperando pacientemente en el mismo sitio en el que lo había dejado.

Curiosidades

Gracias al blog The Dodo conocemos el increíble ejemplo de amistad protagonizado por Olivia Sievers y Rubio, una asistenta de vuelo alemana y un perro callejero de Buenos Aires. El trabajo provoca que Olivia visite con frecuencia la capital argentina, alojándose siempre en el mismo hotel del centro de la ciudad. En uno de sus numerosos viajes, Olivia advirtió que por las cercanías del hotel vagabundeaba un can, hermoso pero con expresión tímida y pelo visiblemente sucio. La mujer se acercó a él para acariciarle y darle algo de comer.

El mundo fue de otro color para el perro desde ese instante, como si hubiese sentido un flechazo, auténtico amor a primera vista. "Traté de despistarle porque no quería que me siguiese de regreso al hotel, pero era completamente imposible. Siempre volvía. Lo intenté durante una hora, pero siempre me seguía. Estaba realmente feliz de que alguien le hubiese prestado atención", explica Olivia. Durante los días que duró su estancia en Buenos Aires el animal no se movió de la puerta, permaneciendo siempre atento al retorno de su nueva amiga.

Lo que jamás habría imaginado Olivia es que semanas más tarde, en su siguiente visita, el perro continuaría esperando pacientemente en el mismo sitio en el que lo había dejado. La insólita situación se repitió una y otra vez durante seis meses: cada vez que volvía a Buenos Aires, la asistenta de vuelo sabía que alguien estaría aguardando su llegada en el hotel, inasequible al desaliento. Embargada por la emoción, le puso el nombre de Rubio y se puso en contacto con refugios locales para buscarle un hogar donde recibiese el cariño y la atención que merecía.

Olivia respiró aliviada cuando Rubio fue adoptado por una familia bonaerense. Pero cuando regresó a Argentina pudo comprobar que el perro había huido de su nueva casa para volver a la puerta del hotel y esperar a la dueña que él había elegido. Un gesto asombroso que conquistó definitivamente a la mujer. De inmediato inició los trámites para llevárselo a Alemania, un final feliz que se hizo realidad el pasado viernes 5 de agosto. Tras medio año de noches frías y esperas interminables, Rubio alcanzó el destino que se había propuesto.

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