Portada  |  22 febrero 2018

El extraño caso del buzo al que se le deformó el cuerpo después de un accidente con nitrógeno

Alejandro Ramos buceaba a más de 30 metros de profundidad, cuando se cortó la manguera que le suministraba oxígeno y tuvo que subir a la superficie de golpe.

Curiosidades

Alejandro “Willy” Ramos tiene 55 años y sufrió a fines de 2013 un accidente que le cambió la vida para siempre. El hombre, que vive en Perú, se encontraba sumergido en la localidad de Pisco a 30 metros de profundidad, cuando una lancha pasó cerca de la embarcación que le suministraba oxígeno y cortó de forma accidental la manguera que mantenía posible su respiración.

Fueron segundos de desesperación: Ramos subió 36 metros de golpe a la superficie y lo que sucedió después fue todavía más grave. Es que, al regresar a la lancha, los brazos y el torso de Ramos empezó a hincharse. Ocurre que cuando el cuerpo se somete a mucha presión, en la profundidad del mar, hay que subir a la superficie muy lentamente para evitar que el nitrógeno forme burbujas en el torrente sanguíneo.

Ello se conoce como síndrome por descomprensión y puede derivar en hinchazón o incluso una embolia con causas que pueden provocar la muerte. Cuando el cuerpo está a mucha profundidad. La presión del fondo del mar hace que el nitrógeno se disuelva y se aloje en el tejido graso. Pero, durante el regreso a la superficie, el nitrógeno se mete en el sistema sanguíneo, donde comienza a retomar su condición gaseosa. Por eso, los buzos necesitan subir a tramos, con paradas cada cierto tiempo.

Cuando Ramos fue a un hospital cercano, su cuerpo ya se había hinchado a un tamaño descomunal. Su caso, para la medicina, es único y atribuyen lo que le sucedió a la descompresión que sufrió. Como su cuero no volvió nunca más a la normalidad, sus bíceps tienen un contorno de más de 60 y 70 centímetros cada uno, y un tamaño en sus pectorales que también es desproporcionado. Por eso no puede caminar normalmente, ni tampoco llevar adelante una vida como la de cualquiera, debido al dolor que siente todos los días.

“Casi no salgo a la calle porque me da vergüenza que la gente se pare a mirarme como a un animal raro”, dijo Ramos en entrevista con la BBC. Los médicos que lo tratan consideran que se puede tratar y que su deformidad se debe a una serie de tumores que se manifestaron tras el accidente. Pero para su mejora, el buzo deberá ser trasplantado de la cadera y quizás si todo sale bien volver a sumergirse como lo hacía hasta la fatídica tarde que le cambió la vida.



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