"Se habrá ido a las villas a donde va a comprar droga y en unos días volverá", le dijo Susana a los colegas de 0223 resignada ante una situación que ya vivió una y otra vez. “La anteúltima vez que volvió estaba como loca queriendo pegarle a la gente. Otras veces las tenemos que entrar porque la encuentran tirada por ahí”, recuerda.
La joven comenzó a consumir drogas fuertes cuando tenía poco más de 20 años. En esa época, inició su adicción a la cocaína, pero en los últimos tiempos la situación se agravó: empezó a fumarla. El año pasado, tras acercarse a una Iglesia Evangélica, estuvo siete meses sin consumir, pero volvió a caer en las garras de la adicción. Paula tiene ahora 30 años y su estado es desesperante.
Este martes, Susana fue a la Justicia de Familia para pedir ayuda: quiere que internen a su hija de manera compulsiva. Para evitar que vuelva a consumir, junto a su marido, decidieron atarla a una cama y cerrar la persiana del local lindero a la vivienda en el barrio Regional donde viven. “No sé cómo se escapó”, insiste Susana.
La nueva legislación de salud mental establece más requisitos para que la Justicia pueda ordenar una internación compulsiva y Susana, dice, no da más. “Yo no sé qué más hacer. Ella tiene dos hijos, uno de 13 años y otro de 3 y nosotros los queremos preservar”, concluye.
El video (Gentileza de Crónica web) la muestra a Paula atada a su cama, algo que nadie desea para sus hijos:
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