Portada  |  19 enero 2018

Los discursos y gestos del papa Francisco en Chile

El señor Jorge que vi, el que eligió llamarse Francisco, llegó a Chile con culpa. Incómodo. Lo esperaban aquí otros hombres como él, también vestidos de blanco, algunos de ellos que ya tienen reservada habitación en el infierno. Pidió disculpas apenas cruzó la cordillera. Pero no alcanzó a demorar las sombras con tanta noche negra. Columna del enviado especial de Telefe Noticias, Diego Pietrafesa.

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Tengo suerte. El vuelo desde Santiago que me devuelve a casa es a pleno sol y sin nubes. Y allí están las montañas. No existe paisaje sin montañas, pienso. De las que se ven y de las que no se ven.

La nieve de las altas cumbres esconde el alma de la montaña. ¿Qué hay debajo de ese otro manto blanco, el del vestido que lleva el hombre al que nadie deja de mirar? ¿Qué habrá en el alma del señor Jorge?

Yo creo en Dios. Y creo todavía más mirando estas montañas. Alguien dijo que la fe es, ante todo, la capacidad de convivir con la falta de certezas. Pero quiero despojar estas líneas de toda pretensión religiosa.

El señor Jorge que vi, el que eligió llamarse Francisco, llegó a Chile con culpa. Incómodo. Lo esperaban aquí otros hombres como él, también vestidos de blanco, algunos de ellos que ya tienen reservada habitación en el infierno. Pidió disculpas apenas cruzó la cordillera. Pero no alcanzó a demorar las sombras con tanta noche negra.

En el Parque O’Higgins don Jorge saca de la manga el ancho de espada: las bienaventuranzas, un discurso social y político contundente. Decía el hijo del carpintero que los pobres, los que luchan por los demás y los que tienen corazón justo no son perdedores ni fracasados, sino buena gente. En Temuco refrenda el concepto de unidad sin exclusión y condena la violencia de mentir y de matar. En Iquique destaca que vivir dignamente no debe ser cuestión de fronteras y reconoce el derecho a buscar ser feliz en el lugar de la tierra que sea y no sólo donde a uno le tocó nacer.

Pero tropieza. Tropieza con la piedra que lo esperaba por esta geografía. La enorme piedra, la piedra como montaña. ¿Qué pasó, Jorge? La excusa del “si tienen pruebas vayan a la Justicia” empequeñece al líder, lo vuelve –siquiera por ese gesto- uno de tantos.

Yo vi a Francisco hablarle a cierta gente que muchos con sotana y sin ella ni siquiera contemplan o ni sabe que existen. Yo vi cómo se emocionaban con el Papa personas con la misma condición social del grupo de pescadores que se llevó consigo el barbudo de Galilea. Yo vi también que el hombre está escalando dos montañas: la del mundo desigual y la de su propia condición. Y ambas son descomunales.

Por Diego Pietrafesa | @diegopietrafesa 

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