Portada  |  14 agosto 2018

¿Las neuronas están sólo en el cerebro?

En la serie "Derribando mitos en salud", la periodista Mariana Scagnetti se dedica a desterrar ciertos mitos relacionados con la salud fuertemente arraigados en la conciencia popular. En esta nueva entrega explica que las neuronas se alojan también en el intestino y en el corazón, nuestros otros "cerebros". Entrevista con el prestigioso neurocientífico Facundo Manes. Tips para reducir el riesgo de deterioro cognitivo.

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Por Mariana Scagnetti 

Pensamos en neuronas e inmediatamente las ubicamos en el órgano principal de nuestro sistema nervioso central: el cerebro. Es probable que esta idea haya quedado como impronta en el imaginario popular cuando a fines del siglo XIX Santiago Ramón y Cajal, el Premio Nobel de Medicina galardonado por su teoría “doctrina de la neurona”, dibujó a estas células por primera vez en la cabeza.

De acuerdo a Suzana Herculano Houzel, neurocientífica del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, el cerebro, el poderoso órgano que regula nuestra vida, cuenta con 86 mil millones de neuronas, de las cuales 16 mil millones se encuentran en la corteza.

Pero ¿qué sucede, por ejemplo, si pensamos en el intestino, o en el corazón? Te sorprenderá saber que en estos órganos también tenemos neuronas. Así como en el resto de nuestro cuerpo.

“Tenemos neuronas de la cabeza a los pies”, afirma el Dr. Máximo Zimerman (M.N. 107597), jefe de la Clínica de Neurorehabilitación del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO).

Las neuronas interconectadas transmiten y reciben información, formando nuestro sistema nervioso. Ellas son las que hacen que podamos sentir, movernos, responder a los distintos estímulos que recibimos del mundo que nos rodea, saber dónde estamos o si algo es peligroso.

“Cuando experimentamos sensación de frío o calor es porque un receptor específico (que puede estar en la piel, en un músculo o en un órgano) envía una determinada señal a través de neuronas periféricas, que llega a nuestro cerebro permitiendo interpretar en una fracción de segundo lo que sentimos”, comenta Zimerman.

El intestino, ¿un “segundo cerebro”?

Nuestro cerebro está íntimamente ligado con el sistema digestivo y el corazón. Es por eso que al enamorarse, muchas personas describen una sensación parecida a “tener mariposas en el estómago”. De igual forma, el temor ante una situación de examen puede provocarnos descompostura, y a menudo cuando sentimos angustia perdemos el apetito.

Nuestro sistema digestivo forma el sistema nervioso entérico, una red organizada en el tubo digestivo que concentra unos 100 millones de neuronas, y que trabaja de manera independiente y coordinada; por eso se lo conoce como “segundo cerebro”. Su función es mover los músculos que permiten que los alimentos se trasladen por los distintos órganos y procurar que la comida sea procesada, digerida, y el sobrante que el cuerpo no necesita, descartada. Está interconectado con la zona del cerebro que dirige nuestras emociones, por lo que si nuestra flora intestinal sufre alguna alteración, puede influir en nuestro estado de ánimo, así como una emoción puede traducirse en síntomas en nuestro estómago.


¿Neuronas en el corazón?

La frase del matemático y físico Blaise Pascal "El corazón tiene razones que la razón no entiende", es perfecta para nuestro corazón, sobre el cual se ha descubierto que no sólo bombea sangre, sino que contiene un sistema nervioso independiente y bien desarrollado con más de 40.000 neuronas propias.

“Al parecer, a través del ritmo cardíaco y sus variaciones, el corazón envía mensajes al cerebro y al resto del cuerpo”, afirma la investigadora de la conciencia Annie Marquier, directora y fundadora del Instituto de Desarrollo de la Persona de Quebec, Canadá. “El corazón puede tomar decisiones y pasar a la acción independientemente del cerebro, además envía más información al cerebro de la que recibe, y puede inhibir o activar determinadas partes del cerebro, según las circunstancias”. Por eso se lo considera como un “tercer cerebro”.

¿Cómo cuidar nuestras valiosas neuronas?

Facundo Manes, reconocido neurocientífico y presidente de la Fundación INECO, explica a telefenoticias.com.ar: “Comienzan a investigarse aquellos factores que reducen el deterioro cognitivo y aquellos que lo predisponen. Aunque los factores genéticos son una base importante de los recursos cognitivos, se han estudiado numerosos factores modificables y estrategias que pueden reducir el riesgo para el deterioro cognitivo”.

Entre los consejos que brinda Manes, destaca la importancia de mantener “la estimulación intelectual, una dieta saludable, la actividad física y tener una vida social activa. Estos fueron identificados como factores potenciales de protección en la mediana edad que pueden ayudar a mantener la reserva cognitiva en la vida adulta. Controles de presión arterial, colesterol y lipoproteínas, glucosa en sangre, ácido fólico, vitamina B12 y el peso, también son vitales, además de no fumar”.

Por otro lado, “beber demasiado alcohol es un factor de riesgo. Aunque muchos de estos factores, como la edad y la predisposición genética, están fuera de control, existen numerosas estrategias que pueden ayudar a reducir el riesgo de deterioro cognitivo. Las investigaciones futuras deben conducir a un mejor conocimiento sobre los factores de riesgo y apuntar a estrategias más específicas para promover el mantenimiento de las capacidades cognitivas”, concluye Manes.

Nunca es tarde para adoptar mejores hábitos que nos ayuden a preservar a estas células esenciales, indispensables para nuestra vida.

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