Portada  |  30 marzo 2020

Bruno, el "Messi de los perros" que ayudó a detener al femicida de Monte Chingolo

Abel Romero luego confesó el doble femicidio de su pareja Cristina Iglesisas y de su hija Ada, de 7 años.

Actualidad

El can Bruno, quien incriminó al sospechoso Abel Romero en el doble femicidio de su pareja Cristina Iglesisas y de su hija Ada, de 7 años, en Monte Chingolo, es considerado por varios investigadores judiciales como “el Messi de los perros” y ya colaboró con su olfato clave en otras investigaciones policiales resonantes.

Bruno es uno de los integrantes de la División Canes de la Secretaría de Seguridad del municipio bonaerense de Escobar, pero su fama hizo que varios fiscales de otros departamentos judiciales lo convoquen para sus investigaciones.

“Bruno tiene 6 años. Es un waimaraner y lo que él hace es rastro específico. Es capaz de identificar y seguir el olor de personas vivas. El olor de una persona es único, como una huella digital”, comentó a Télam Raquel Peralta, la adiestradora de Bruno, quien trabaja también junto al instructor Diego Tula.

“Se lo regalaron a una amiga y como no podía tenerlo, me lo regaló a mí”, contó la entrenadora.

Sobre la actuación en esta causa, relató que ni bien le dieron a olfatear el recorte de sábana que envolvía el cadáver de la niña, Bruno, en la comisaría, “marcó al sospechoso” Romero.

“Había otros detenidos y Bruno se plantó al lado de este Abel y comenzó a ladrar”, contó la adiestradora, lo que significa que el imputado dejó su rastro olorífero en esa sábana, lo que será tomado como un indicio en su contra.

Peralta explicó que el sábado Bruno no trabajó solo, sino también con Max, un ovejero belga malinois, adiestrado en el rastro de cadáveres, quien fue el que detectó el sector del fondo de la propiedad donde fueron hallados los cuerpos enterrados.

Uno de los casos más resonantes en los que actuó Bruno fue el crimen de Anahí Benítez, la adolescente hallada asesinada el 4 de agosto de 2017 en la reserva de Santa Catalina, en el partido de Lomas de Zamora.

Luego de olfatear ropas de la víctima, el perro marcó el rastro de la adolescente de 16 años en la casilla del imputado Marcos Bazán, a 300 metros de donde hallaron el cadáver, lo que indicó para los investigadores que la víctima estuvo en su casa antes de ser asesinada.

También participó en la búsqueda de Araceli Fulles, la joven de 22 años que desapareció el 2 de abril de 2017 luego de ser vista por última vez en una plaza de José León Suárez y cuyo cuerpo apareció 25 días más tarde enterrado en la casa del principal sospechoso del asesinato.

Otro caso fue el de un profesor de inglés, Matías Vélez, que el 17 de noviembre de 2017 fue secuestrado en la localidad de Mariano Acosta, partido de Merlo, por una banda que le robó el auto y lo dejó abandonado, atado de pies y manos y con su rostro tapado con un buzo en un descampado de Marcos Paz.

Allí, tras 27 horas de búsqueda, Bruno lo rastreó, lo encontró y así le salvó la vida, ya que la víctima estaba deshidratada y al estar atada sólo había podido comer algo de pasto.

Bruno lo encontró al seguir el rastro olorífero de una ojota, una sábana y una prenda de vestir que el docente había usado un día antes.

En noviembre de 2015, Bruno fue uno de los perros rastreadores que buscó a Mía, una nena de 6 años que fue la única sobreviviente del doble crimen de su madre y su hermano de 3 años, cometido en El Palomar.

La niña fue secuestrada por el homicida tras el crimen y fue encontrada con vida en la terminal de micros de Junín, hasta donde rastrearon y detuvieron al sospechoso.

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